BRUCE
Tomo una respiración honda, sacudo mi mano libre para disipar el temblor que me recorre y me planto una sonrisa en la cara cuando la puerta se abre. Melania me mira con los ojos como platos a pesar de haber abierto con ojos adormilados. Mira el reloj en la pantalla de su móvil, pero antes de que pueda decir alguna palabra, me adelanto.
– Un amigo le dice al otro: si supieras que me voy a morir mañana, ¿qué me dirías hoy? Y el otro le contesta: ¿me prestas mil euros y mañana te los devuelvo?
Sus labios se aprietan en una fina línea y sus ojos se esclarecen hasta mirarme... cálidamente. Mi corazón trastabilla ante el cambio. Después, le ofrezco la caja que sostengo en mi mano.
– Feliz cumpleaños, Zanahoria.
– ¿Es... - enarca las cejas asombrada y traga visiblemente - ¿Es un regalo?
– Sí, bueno, más o menos. Dado que ahora no sé cuales son tus gustos... he hecho lo que he podido. Espero que la leche avainillada y la tarta de queso y frambuesa siga siendo tu desayuno favorito.
Sus labio inferior tiembla y sus ojos empiezan a humedecerse, pero antes de poder hacer nada, coge la bolsa con una mano y con la otra me atrae del cuello hasta pegar su cuerpo al mío. Tiemblo de pies a cabeza, y cuando soy consciente de que me está dando un abrazo, la rodeo con mis brazos y cierro los ojos.
– Gracias – susurra.
– De nada – le doy un beso en la sien. Se separa con media sonrisa y yo me alejo un paso – Para que vayas con energía a clase. Nos vemos después, Zanahoria.
– No – me detiene cuando me doy la vuelta. La miro confuso y tira de mi hacia su casa - ¿Por qué no desayunas conmigo? Mis padres todavía están dormidos.
– Bueno, eh... - me rasco la nuca, nervioso – Solo hay cantidad para ti...
– Te puedo preparar cualquier cosa. ¿Qué me dices?
– Si insistes...
Se me escapa la sonrisa cuando le da una pequeña patada a la puerta para que se cierre y entrelaza nuestras manos para llevarme a la cocina.
Lo poco que recorro de casa, lo recuerdo igual que hace años. Apenas ha cambiado nada y lo único nuevo y renovado que hay son las plantas. Parece que la obsesión de Lilian con ellas no ha cambiado.
– ¿Qué quieres tomar? - pregunta mientras busca algo en los muebles.
– Un café con leche está bien – me siento en una de las sillas.
– ¿Y de comer? - me mira por encima del hombro.
– No hace falta nada más, Melania. Siéntate conmigo.
– Ese cuerpo no se mantiene a base de nada, Bruce. ¿Qué quieres? - insiste.
– Nada...
– Te prepararé lo que me dé la gana, entonces.
Cinco minutos después, me ha sacado media despensa. Hay galletas de muchos sabores, bizcochos, gofres y un bote de nutella. También ha tostado pan y ha sacado mantequilla junto con mermelada.
– Para que vayas con energía a clase – me imita.
– Es demasiado. ¿Tan mastodonte parezco? - arrugo la boca.
– Sí – asiente con vehemencia – Creo que eres el tío más grande que he visto.
– Entonces me temo que no has visto a muchos.
– Come lo que te apetezca. Pero come.
Relajo mi cuerpo y le doy un sorbo al café para después coger uno de los dulces. Pego un respingo cuando suelta un chillido de sorpresa al sacar lo que hay en el interior de la bolsa.
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LA ECUACIÓN DEL DESTINO (#1 SERIE DESTINO) (TERMINADA)
RomanceLIBRO 1 DE LA SERIE "DESTINO" ⚠️ Contenido +18 🔞 Melania Loasf es una chica marcada por su pasado. Ha vivido, deslealtades, traiciones y abandonos que le han hecho convertirse en una mujer distante, fría y desconfiada. Vive su vida sin ganas, sin i...