🌈 CAPÍTULO 4 🌈

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NÍA

Llevo todo el fin de semana fuera, y aunque debería haber vuelto ayer lunes para ir a clase, no tuve valor para salir de la cama y enfrentarme a los nuevos cambios de mi vida.

Mi familia y yo tenemos una casa de campo, situada en Leith Hill, donde muchas veces vamos a desconectar y respirar aire fresco. Es ahí donde me he escondido las últimas setenta y dos horas.

Ver a Bruce fue un golpe muy duro, pero más duro fue saber que volvía a ocupar su vida de antes, cerca de nosotros. Cerca de mí. Todavía no soy consciente de todo lo que eso supone para mi persona, así que me he mantenido distanciada a la espera de entender o aceptar la nueva realidad.

Como sabía, no ha pasado ninguna de esas dos cosas, y cuatro días después, me encuentro igual de desconcertada que el momento en que tocó a mi maldita puerta. Tengo su imagen grabada en la mente y las mismas sensaciones se apoderan de mi una y otra vez.

Enfado. Ira. Rabia. Odio. Decepción. Tristeza. Desolación. Desconcierto. Incredulidad.

No hay adjetivo positivo con el que pueda calificarlo ahora mismo. Después de tantos años, lo único que ha hecho es desestabilizarme de nuevo, y por eso lo odio aún más.

Desde hace un tiempo pensaba que no hay ningún extremo absoluto. Igual que no creo en el amor, no creo en el odio. Hace falta hacer mucho rencor para tener tal sentimiento hacia alguien por el que has llegado a sentir admiración. Pero visto lo visto, sí que se puede.

Lo odio a él, por tener la capacidad de volver y querer entrar en mi vida como si nada, y me odio a mi, por no poder controlar mis sentimientos ni mi reacción de respuesta.

Pero después de noches en vela y días deambulando por la naturaleza, lo único que he aceptado y entendido es que tengo que enfrentarme. Me da igual la manera y lo que tenga que hacer para buscar mi felicidad y supervivencia, pero tengo que hacerlo. No puedo esconderme más tiempo. Ya paré mi vida una vez por su culpa, y no pienso hacerlo una segunda. No quiero darle ese poder sobre mi.

Justo antes de entrar a la Facultad, cojo la llamada que suena de mi madre.

– Nía, cariño, ¿estás bien?

– Si. He vuelto. Nos vemos después de clases, ¿vale?

– Vale, hija. Tómate tu tiempo – me habla calmada – Sé todo lo que supone esto para ti. No te fuerces y haz lo que tengas que hacer.

– Sí, mamá.

Guardo el móvil en el bolsillo, tomo una respiración honda, y me adentro en el gran edificio. No puedo perder más días de Universidad, porque aunque no esté en época de exámenes, sí que pierdo información y no estoy dispuesta a dejar mi futuro en manos de ningún contratiempo, como muchas otras veces.

Nada más entrar en clase, Evelyn y Abby, las únicas chicas con las que he tenido contacto estas semanas, se acercan a mi con una mezcla de alivio y preocupación.

– ¡Nía! - Evelyn, con su sonrisa tímida, es la primera en darme un apretón en el hombro – Nos preguntábamos si estabas bien. No has hablado nada por el grupo de Whatssap desde la semana pasada y ayer no diste señales de vida.

– He pasado unos días desconectando de personas y tecnología – hablo calmada – No os preocupéis. Suelo hacerlo a menudo. Me sirve para renovarme.

– Te entiendo. Ojalá yo también pudiera – suspira Abby – A veces la vida me supera, pero en casa somos cinco y es imposible mantener la mente tranquila.

– Yo no la mantengo con tres más, no me quiero imaginar – se ríe Evelyn.

– Algún día os invitaré a mi lugar de desconexión – sonrío levemente.

LA ECUACIÓN DEL DESTINO (#1 SERIE DESTINO) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora