BRUCE
Son las seis de la mañana y no puedo pegar ojo. Llevo más de media hora desvelado y sin poder hacer nada para acallar los ronquidos del puñetero Izan. He estampado mi almohada en su cara más de cinco veces, y lo único que ha hecho es detenerse durante un segundo. Luego ha seguido.
No aguanto ni un minuto más dando vueltas sobre el colchón, así que sin esfuerzo, me levanto de la cama y me pongo la ropa de deporte junto a las zapatillas. Busco el baño más cercano a mi habitación y me aseo antes de ponerme en marcha.
– ¿A dónde vas tan temprano?
Pego un respingo ante la voz procedente de la puerta. Calmo mi respiración al ver a Duna ahí plantada, con los ojos medio cerrados, los mechones de pelo hacia todas direcciones y el pijama arrugado.
– Voy a salir a correr. No puedo dormir. ¿Y tú?
– Quiero hacer pis – lleva su mano a su parte íntima y hace una mueca.
– Ya me voy – paso por su lado y cuando voy por mitad de camino, me llama. Me giro para mirarla - ¿Sí?
– Nía también ha salido a correr. Estaría genial que pudieseis hablar.
Asiento suavemente y bajo trotando por las escaleras. Al salir al exterior, me ajusto bien la chaqueta y me subo la cremallera hasta arriba del todo. Hace un frío que pela, pero dejaré de notarlo en cuanto dé mis primeros pasos y aumente mi ritmo cardíaco.
La casa de Melania está rodeada de bosque. Muchos árboles se ciñen sobre mi a medida que voy corriendo y en algunos claros, atisbo ver aún más montañas. No hay más casas como la de ella alrededor, y la verdad que para situaciones donde quieres obtener tranquilidad, este lugar es el mejor. No hay ruidos de absolutamente nada, solo el cantar de algunos pájaros mañaneros y el crujido de las hojas al mecerse con el suave viento que corre.
Media hora después, estoy acalorado, pero no sudando. Hay algunos nubarrones en el cielo, pero de vez en cuando sale el sol para deslumbrarme los ojos con sus rayos.
Aminoro el paso cuando llego a una llanura con nada más que hierbajos y tierra. Al final, observo a Melania sentada sobre el suelo, mirando al frente. Hay un pequeño acantilado a sus pies que da a otra llanura parecida a esta.
Me acerco con cuidado de no sobresaltarla, aunque de nada sirve cuando gira su cabeza hacia a mi cuando estoy a tan solo dos pasos de llegar hacia ella. Sus ojos se cruzan con los míos, y después, vuelve a mirar hacia delante.
– ¿Te importa si me siento? - rompo el silencio.
– No has llegado hasta aquí para no hacerlo.
– No quiero molestarte – dejo claro.
– No lo haces. Llevo aquí desde que ha amanecido.
– Eres muy madrugadora. Antes te gustaba dormir – me siento a su lado.
– Antes no tenía insomnio.
Trago en seco y fijo mi vista en el paisaje de enfrente. Veo como las copas de los árboles se mecen con suavidad y como algunos diferentes tipos de pájaros revoletean por el cielo, cantando y jugando entre ellos.
El sol se vuelve a hacer paso entre las nubes y montañas y Melania cierra los ojos a mi lado cuando la luz baña su cara. No lleva ni una gota de maquillaje, por lo que sus pecas resaltan como las mismísimas estrellas en una noche despejada.
– ¿Has dormido bien? - murmura.
– Si te digo la verdad, no – dejo de mirarla un momento – Pero el colchón es muy cómodo. Aunque dormir con Izan no tanto – añado como queja.
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LA ECUACIÓN DEL DESTINO (#1 SERIE DESTINO) (TERMINADA)
RomanceLIBRO 1 DE LA SERIE "DESTINO" ⚠️ Contenido +18 🔞 Melania Loasf es una chica marcada por su pasado. Ha vivido, deslealtades, traiciones y abandonos que le han hecho convertirse en una mujer distante, fría y desconfiada. Vive su vida sin ganas, sin i...