🌈 CAPÍTULO 14 🌈

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NÍA

– ¿Cuándo te viene bien quedar para empezar el trabajo? - me pregunta Abby.

– Cualquier tarde de la semana que viene estará bien.

– ¿Te importa que sea en mi casa?

– No – sonrío – Yo iré.

– Estoy harta de tener que cuidar a mi hermano como si fuera un bebé – gruñe.

– ¿Y por qué lo haces? - me río.

– Porque mis padres me lo piden y soy incapaz de negarme – suspira agotada. Empezamos a coger todo el material que necesitamos para la clase que va a empezar y lo sacamos al pabellón. Ella sigue hablando – Mi hermano tiene quince años. Tiene los huevos negros, joder. ¿Pero sabes qué pasa? - enarco las cejas esperando a que se autorresponda – Que es un irresponsable y un desastre. Cuando mis padres trabajan, no quieren dejarlo solo porque no se fían. ¿Y a quién le cae el marrón de vigilarlo? A mi, por supuesto.

– No te preocupes. Los días que vaya, lo vigilaremos entre las dos – le animo.

– A veces se ha quedado a cargo de él nuestro hermanastro, pero si te digo la verdad... no sé cual de los dos es peor – hace una mueca extraña con la boca.

– Parece que no te llevas bien con él.

– ¿Con mi hermanastro? - agranda los ojos y niega con la cabeza – Nunca. No congeniamos. O... no hemos puesto de nuestra parte para hacerlo. Es soberbio. Y un chulo – gruñe – Y... maleducado. Y egocéntrico. Y...

– Tiene todo lo que tiene que tener para no caerte bien – me río.

– Exacto. Mira que hay adjetivos en el mundo... pues él se lleva todos los peores.

Sigue despotricando contra él mientras preparamos la clase. Yo no hago más que reírme ante las barbaridades que suelta.

Yo nunca he convivido con nadie que no sean mis padres, pero sé de sobra que a veces tener un hermano puede resultar complicado. No me quiero imaginar un medio hermano al que solo ves durante algunas épocas y que viene de una familia totalmente diferente a la tuya. Por lógica, es normal que haya más roces, más piques y más malentendidos.

– ¡Chicos, basta de hablar, atención! - el profesor nos reúne a todos en un círculo para que atendamos a las instrucciones – Como ya he dicho, lo que queda de curso hasta las vacaciones de Navidad lo vamos a dedicar a la gimnasia deportiva. En especial, a la gimnasia acrobática. Es un deporte en parejas que requiere esfuerzo, complicidad, y sobretodo, confianza. ¿Tenéis las parejas hechas?

Rápidamente, nos dividimos de dos en dos. Evelyn no ha venido hoy porque lleva dos días con gripe. No sabemos cuando volverá, pero sí estamos aprovechando que somos pares para ponernos en parejas y que no sobre nadie. Por lo tanto, yo voy con Abby e Izan va con... él.

– Vosotros cuatro – el profesor nos señala – Estáis mal colocados.

– No entiendo – dice Abby.

– Tú – viene hacia a mi y me coge del brazo con suavidad para plantarme al lado de Bruce. Me pongo en tensión de inmediato – aquí. Y tú – coge a Izan y lo traslada hasta el lado de Abby – aquí. Chica y chico. ¿Entendéis?

– No – Bruce se aleja de mi y se acerca a él - ¿Por qué? ¿Qué mas da que...

– Hay que compensar la fuerza, Jones – le explica – Y uno de vosotros tiene que ser el soporte del otro. En este caso, me da igual quien sea, pero si ellas se hubiesen quedado juntas, o vosotros, la fuerza habría estado desigualada.

LA ECUACIÓN DEL DESTINO (#1 SERIE DESTINO) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora