15. Día de enero

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Y volvió a ser enero, pero esta vez no estoy enamorada, ahora tengo el corazón roto y estoy trabajando en las situaciones que no pienso volver a tolerar.

Brenda había hablado conmigo, me dijo que no era sano que tengamos demasiado tiempo en terapia, llevábamos más de un año trabajando juntas; ahora nos veíamos una vez por mes pero se acercaba la fecha de terminar mi tratamiento.

Había decidido calmarme un tiempo, quedarme en mi ciudad, tenía muchas ideas sobre proyectos nuevos para el canal, porque si, había descubierto que tal como Christian dijo aún me faltan demasiadas cosas por vivir y experimentar en mi vida como periodista.

Además necesitaba más que nunca estar en mi agencia, el trabajo se ha cargado demasiado y he armado un plan maestro para crecer, porque esto tiene que evolucionar.

Era viernes, no hacía casi frío, salí temprano de la agencia y en camino a mi casa decidí hablarle a uno de mis primos, tenía que salir, despejarme, dejar de vivir encerrada en mi trabajo, no podía seguir con esa rutina de llorar todas las noches.

¿A que santo le tengo que agradecer esta llamada? -dice Adrián en un grito y yo río-

Adrián, a ninguno eres mi primo y quiero verte -digo haciendo un puchero aunque no pueda verme-

Pero ahorita ya, no vaya a ser que después me salgas con cosas -los dos nos reímos-

De una, ¿a donde llegó? -le pregunto-

Vente a mi casa, aquí nos echamos unas cheves y pedimos algo de cenar -su voz se escucha emocionada-

Oki yeye, ahorita llego -sonrió-

Oye Pepe -si larga historia de porque me dice así- pero estoy en la casa de Santiago no en la de Monterrey

Esta bien, me queda más cerca -le digo-

Tráete ropa para que no te regreses en la madrugada -le digo que si y nos despedimos-

Llegó a mi casa para cambiarme a algo más cómodo porque traía ropa formal pues había tenido algunas juntas, aproveché para agarrar dos botellas de vino para no llegar con las manos vacías.

La casa de mi primo no estaba lejos, me quedaba a solo quince minutos de la mía, maneje hasta allá y cuando llegue baje acompañada de mi bolsa y las botellas, toque el timbre.

Que milagro que estás aquí -dice mi tía Victoria-

Ya pueden apagar la veladora tía Vic -digo en broma y nos reímos-

Pásale hija -me abraza para después caminar juntas hasta dentro de su casa- que linda estas -le sonrió-

Gracias tía, le estamos echando ganas al gym -digo sacando la lengua-

Bonita siempre has sido, de eso que no te quede duda -le sonrió-

Gracias tía pero tú no te quedas atrás, guapísima siempre -ella me sonríe-

Adrián esta en el jardín -le agradezco y camino hasta la puerta que lleva hacia afuera, Adrián abre sus brazos y me coló ahí-

Te extrañaba maldita pepe -dice aún sofocándome entre sus brazos-

Yo a ti mi yeyeeee -sonrió verdaderamente feliz-

Es ahí cuando caigo en cuenta que Adrián no está solo, la cara de ese hombre se me hace conocida, él me mira con atención de arriba a abajo.

Es verdad, Fidel, Jimena, Jimena, Fidel -dice presentándonos-

Hola, mucho gusto -le digo-

El gusto es todo mío -me sonríe acercándose a mi para dejar un beso en mi mejilla-

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