Este octubre

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Los niños tenemos una curiosa capacidad de absorber todo a nuestro alrededor, principalmente en los primeros años de vida. Es por eso que mirando la ventana y escuchando el ruido del árbol chocando impaciente contra ella, deseando adueñarse de su espacio quizá, para refugiarse, recuerdo las palabras en el noticiero hace unos días anunciando el final de septiembre y trayendo consigo la primavera.

Y ahora ya estamos en octubre, se supone que el clima debería ser crujiente y refrescante, pero el tifón allá afuera hace que las hojas color marrón tengan un desagradable tono negro al estar empapadas de agua.

La verdad, no escuché esto por estar interesado en el clima, sino porque fue justo en un día de octubre como hoy cuando papá decidió volver a hablar conmigo sobre aquella mujer.

—Michael.

Mi padre llama y no dudo en volver a mirarlo, admitiendo que he ignorado cada una de sus represalias contra mí. Sin juzgarlo, ningún padre quiere recibir una queja sobre su hijo golpeando a una niña que intentó besarlo. En el fondo sé que no me reprocha por rechazar el beso, se trata más de conocer el trasfondo del motivo que me llevó a ejercer aquella violenta acción.

—Papá, quiero cambiarme de escuela.

—Michael, es casi final de año, ya no me quedan muchas opciones y me temo que en un futuro esto podría afectar tu portafolio.

—No quiero estar ahí —las lágrimas empañan los costosos cristales que cubren mis ojos—. Ya no quiero estar cerca de ellas.

Y cierto es, que cuando mi padre decide echar para atrás en su asiento, es porque está consciente de que está pidiendo mucho a su pequeño hijo. Es un niño, y lamentablemente ha tenido que negociar con él como si fuera uno de sus socios para evitar hacer alguna acción que pueda dañarlo más de lo que ya lo ha hecho.

—Michael, ¿Puede ser... solo hasta que termine el año escolar?

Vuelvo mi vista a la ventana cuando un relámpago alumbra en medio de la oscuridad y decido aumentar su amargura.

—Papá.

—¿Uh?

—Ellos ya lo saben. Lo que me hizo aquella señora, todos lo saben.

Ya no se escucha nada debido al aumento de la lluvia torrencial, segundos más tarde decido ofertarle mi atención al hombre frente a mí y sus ojos brillan de impotencia. No dice nada, pero por dentro se acribillado a sí mismo sobre lo que su pequeño hijo acaba de decir.

***

Mi corbata es acomodada unas diez veces, sin contar la incontable cantidad de ocasiones en que mi padre ha revisado tanto mi bolsa como el almuerzo sin dejarme bajar del vehículo.

—Papá, no es mi primer día del jardín de niños.

Aquel hombre se aleja y ríe ligeramente ante mi comentario y es el momento en que como todo niño curioso, me doy el tiempo de admirar al imponente hombre a mi lado y recordar que no solo es mi padre, sino uno de los abogados más famosos y cotizados de la ciudad.

Lo que me hace cuestionar, ¿Cómo hace un hombre tan ocupado para sacar tiempo y cumplir los berrinches de un hijo como yo? Ciertamente, soy un niño mimado.

—Ya hablé con el director. —dice—. Es solo una escuela para chicos, incluso todos los profesores lo son, no tienes que preocuparte por tus notas, incluso comparando tu promedio con el de sus estudiantes, tus calificaciones están muchas décimas por encima. También, es el lugar donde Diego empezó a estudiar el año pasado así que te buscará. Ten un buen día hijo, y hazme saber de inmediato si sucede algo, sabes que siempre haré lo imposible por ti.

Quizá, el próximo octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora