El trayecto que hago desde el estacionamiento hasta la facultad no me deja nada más que un montón de miradas lascivas sobre mí y saludos de algunos chicos a quienes reconozco y hago saber que los he visto, otros con los que nunca he cruzado palabras y unos cuantos a los que quisiera lejos de mi camino.
La verdad es que no hago caso a ninguno de ellos porque mi mente solo está llena de las palabras de Diego sobre cómo debo actuar con Eller al momento de nuestra tutoría para no parecer un idiota. Bueno, incluso si repito cada una de sus indicaciones sin prisa, mis manos se aferran desesperadamente a los papeles entre ellas para evitar que estos lleguen al suelo por mi nerviosismo.
Cuando estoy frente a la biblioteca, dejo escapar un pesado suspiro y me preparo mentalmente como si fuera a correr un maratón.
No, solo voy a dar una tutoría.
Me doy paso al interior y doy los buenos días a Ilian, la bibliotecaria, y pese a que en ningún momento hago contacto visual con esta, recibo un saludo de regreso que transmite únicamente amabilidad. Busco a lo lejos a Eller y al encontrarla mi ceño se frunce. Un grupo de chicas que claramente he visto parecen agobiarla sobre lo que pasó con el orden de los solteros.
Una de ellas se encuentra con mi mirada furiosa y discretamente le hace saber a sus amigas que es momento de irse. Cuando salen corriendo del lugar, el sonido de la puerta hace que Eller mire a mi dirección y nuestros ojos se conecten por un breve instante.
Me quedo de pie sin poder descifrar su expresión.
Me pregunto mentalmente si estará angustiada por lo que pasó y si debería decir algo que la haga sentir aliviada.
Camino hacia ella mientras se pierde en sus pensamientos. Segundos más tarde de haber llegado a ella, de mi boca sale cualquier cosa menos lo que se supone que debería decir.
—¿Qué es esto?
Dejo caer los papeles frente a ella y se ve obliga a regresar al mundo real, sin entender de qué hablo.
—¿Por qué llegas gritando?
—¿Qué se supone que es esto? Incluso el perro de mi vecino hubiese obtenido un mejor promedio que tú. Te acepto no saber qué es el derecho tributario pero no saber qué es una ley, Tú... ¿Cómo lograste terminar la secundaria?
—¿Eh?
Escondo mi cabeza brevemente y maldigo a mi nerviosismo por haberme hecho cavar mi tumba yo mismo.
Gracias cerebro, si antes me odiaba ahora posible me quite la vida con un libro.
—¡Oye! —Eller llama mi atención con una expresión de furia.
—Ni siquiera pudiste decir quién es el parte del derecho pero sí sabes quién canta esta canción. —refuto.
—¡Es una buena canción!
—Y tú una pésima estudiante.
Eller abre su boca para responder a eso pero, como una niña pequeña, se cruza de brazos y tira su cuerpo contra el respaldo de la silla en silencio.
Dejo escapar el aire en mis pulmones y me reprendo por crear un ambiente tan pesado. Doy la vuelta y me dirijo a uno de los pasillos dejándola curiosa sobre lo que hago. Minutos más tarde coloco una montaña de libros frente a ella y tomo asiento en una de las sillas hasta que ambos quedamos frente a frente.
—Ilian, la bibliotecaria. —hablo, y Eller me ve—. Cualquiera de nuestros compañeros, incluyendo tú y yo, podemos usarnos de ejemplo para practicar sobre derecho. Cada uno de nosotros vivimos una injusticia que nadie conoce pero al menos, sería bueno saber cómo podrías sacar a flote a cualquier persona que esté en esa situación.
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Quizá, el próximo octubre
RomanceMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...