Cuando llevas mucho tiempo dormido y una luz Blanca empiece a destellar frente a tus ojos, posiblemente pienses que has muerto.
En mi caso, aquella luz vino acompañada de unos pitidos bastante conocidos para alguien que pasó mucho tiempo en el hospital cuando fue joven.
Algunos segundos me son suficientes para acostumbrarme a la nueva claridad y dar un vistazo por toda la habitación. Frente a la puerta, mi padre habla con una enfermera hasta que ambos se percatan de la persona que los mira desde la camilla.
Mi padre, que luce bastante desarreglado y con bajo peso, corre hacia mí con prisa mientras la enfermera sale, avisando al médico.
—¡Hijo mío! —sus palabras llenas de una mezcla entre emoción y miedo.
Intenta abrazarme pero luego parace recordar y únicamente acaricia mi rostro. Con dificultad muevo mi mano e intento ponerme de pie hasta que una dolorosa punzada en la espalda me recuerda el motivo por el cuál estoy aquí.
Mi padre se desespera y vuelve a llevar mi cuerpo con delicadeza sobre la cama.
—Aún no estás recuperado, deja que el médico venga y te revise. —dice—. ¿Quieres agua? ¿Te duele algo? ¿Quieres ir al bañ-
—¿Qué pasó? —lo interrumpo—. Con ella.
Su cuerpo se tensa y toma mi mano, dejando escapar el aire antes de mirarme y responder:
—Ya no tienes que preocuparte más por eso. Ella... Justo antes de que despertaras, la enfermera dijo que murió antes de llegar al hospital.
En mi mente, trato de buscar alguna razón para sentirme mal y pedir paz a su alma, pero con toda la sinceridad admito para mí mismo que simplemente no puedo.
—¿Estás triste? —mi pregunta lo hace reflexionar un poco sobre sus propios sentimientos.
—En su momento, fue la persona que más amé. —acaricia mi cabello y sonríe—. Y apesar de todo, te trajo a mí. En el fondo me siento un poco mal por cómo terminó su vida pero a sinceridad, si no era de esta forma, ni ella ni nadie más hubiese podido estar en paz.
Me pierdo en mis pensamientos hasta que mi cuerpo se paraliza y los nervios me invaden. Vuelvo a mirar hacia mi padre pero esta vez con preocupación.
—¿Y Eller?
Ante la pregunta, su rostro se torna serio y parece intentar encontrar las palabras adecuadas para no alterarme.
—La bala no logró alcanzarla, pero una vez entraste al quirófano... ella se desmayó.
—¿Qué?
Intento ponerme de pie con prisa y mi padre interviene al ver que mis signos vitales empiezan a aumentar.
—¡Escúchame, Michael! ¡Ella está despierta ahora! —me quedo quito y solo lo miro con ojos llorosos—. Pero voy a ser sincero, se ha negado a comer o ir a dormir a casa desde que estás aquí. Incluso su madre vino pero ha sido en vano.
Mi cara palidece y mi corazón se rompe al imaginar lo culpable que debe haberse sentido por todo esto. Entonces me pregunto si valió realmente la pena despertar y darme cuenta de que había alguien pasándola horrible mientras estuve inconsciente.
Esto no fue lo que prometí cuando dije que cuidaría de ella y esta situación incluso si la causante de todo mi sufrimiento ha muerto,
¿Realmente merezco seguir al lado de alguien a quien he hecho sufrir tanto?
Mi respiración es inconstante y las lágrimas amenazan con dejar mis ojos.
—Papá.
—¿Uhm?
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Quizá, el próximo octubre
DragosteMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...