—¿Qué se supone que debe ir en esta línea?
Mientras Eller se frustra por no encontrar la respuesta adecuada, no puedo dejar de sonreír ante su gesto descuidado. Sus dedos dejan de rasguñar su cuero cabelludo y se transportan hasta la taza de chocolate frente a ella, llevándola a sus labios sin cuidado logrando que la zona encima de su labio superior se manche con un bigote marrón que me hace reír.
Al notar como me carcajeo sin motivo aparente, frunce el ceño con molestia y deja de escribir para apuntarme con su lápiz.
—Oye, ¿De qué te estás riendo?
Sin dar una respuesta inmediata, me inclino hacia su lugar y aunque ella retrocede en su asiento, mi brazo es lo suficientemente largo como para estirarse lo suficiente y dejar que 4 de mis dedos sostengan su mentón y el pulgar se dé la tarea de limpiar el lugar.
Aquel acto logra dejarla perpleja y yo solo puedo sonreír antes de volver a mi lugar y poder limpiar con una servilleta el restante en mi dedo.
—¿Te estás divirtiendo burlándote de mí?
Hago un movimiento de hombros y cabeza, sin poder comprender.
—¿Cómo estoy burlándome de ti?
—¡Ahora lo haces! —exclama—. ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando falta tan poco para los exámenes finales?!
—Porque confío en ti. —mis palabras son seguras y eso la hace callar, pero no por mucho.
—Estás poniendo tu fe en mí porque eres un buen tutor.
—No sirve de nada ser un buen tutor si tus estudiantes no se superan. —digo—. Vuelvo y repito, mi tranquilidad no es porque soy yo quien te está enseñando, es porque sé que eres capaz de superarme por mucho. Me gustaría que creyeras un poco más en ti como yo lo hago.
Sus mejillas se ruboriza y esconde brevemente su rostro, con aceptación. Desliza su libreta hacia mí y señala la actividad en la que estuvo trabajando anteriormente.
—Ya he terminado.
Sonrío con satisfacción y froto su cabello antes de tomar la libreta y mirar el reloj. Pronto empezará a anochecer.
—Es suficiente por hoy, ve a casa a descansar.
Eller asiente y empieza a recoger sus cosas mientras yo me encargo de pagar la cuenta.
Poco después ambos nos abrimos paso por la acera con el objetivo de separarnos al final de esta, pero mis ojos se desvían instintivamente hacia la esquina contraria y me paralizo brevemente al reconocer a cierta figura. Detengo el paso sin buscarlo y Eller deja de hablar sobre aquel suceso importante en su vida al notar que me detengo.
—Michael, ¿Pasa algo? —cuestiona.
Sacudo mi cabeza y al mirar nuevamente al mismo lugar, no veo absolutamente nada.
Quizá esto me está haciendo alucinar.
Cuando soy capaz de volver a la realidad, veo a Eller de inmediato y finjo una sonrisa tranquila para suavizar sus preocupaciones.
—Será mejor si te llevo a casa. Ya ha anochecido. —además de sinceridad, mis palabras arrastran un motivo más oculto.
Eller duda un poco.
—¿No dijiste que tenías un compromiso?
Finjo mirar la hora en mi reloj y niego. En el trayecto encontraré el momento para disculparme por mi ausencia.
—Está bien, todavía tengo algo de tiempo antes de ir.
No muy convencida, Eller asiente y se deja guiar por mí en el camino mientras trato de hacerla olvidar cualquier duda que haya surgido en ella sobre mi cambio de opinión.
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Quizá, el próximo octubre
RomanceMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...