El ceño de Eller se frunce en confusión cuando ralentizo mi paso haciéndole saber que hemos llegado a nuestro destino. Parece un poco desconcertante para ella que interrumpiera nuestra charla esta mañana con tanta prisa bajo la excusa de que debíamos llegar a un lugar.
Mientras Eller me permitió usar su baño para tomar una ducha, aproveché los minutos para refrescar mis ideas y hacerme sentir seguro de la decisión que acababa de tomar respecto a cómo iba a abrirme frente a ella el día de hoy. También pensé que debería de agradecer a Berthie más tarde por haberme traído hasta aquí.
Mi respiración se agita y el calor empieza a apropiarse de mi cuerpo, la verdad es que está siendo muy difícil para mí estar parado frente a un lugar como este después de tantos años incluso si los días pasan y las estaciones cambian constantemente. Los eventos traumáticos que acontecieron en este lugar parecen nunca dejar de ser parte de mí. Eller parece notarlo pero prefiere no decir nada quizá para no incomodarme.
Únicamente se mantiene mirándome y observando la forma en la que mis ojos se quedan directamente pegados al edificio frente a ambos. En un momento cuando su mirada viaja nuevamente hacia mí, nuestros ojos se encuentran.
—¿Estás bien? —pregunta.
Tomo un momento para volver en sí y cambiar mi semblante, buscando no asustarla. Entonces asiento.
—Uhm, entremos.
Tratamos de hacer el menor ruido posible cuando ingresamos a la sala donde un juicio se está llevando a cabo y nos sentamos en la última fila.
Para mí el ambiente resulta familiar pero Eller parece un poco fuera de sí, quizá por ser su primera vez en un lugar como este. La historia de este juicio no es más que una familia enfrentada por la custodia de su hija, pero el trasfondo es un poco más fuerte. Eller observa con tristeza al padre desconcertado y a la madre, quien ignora completamente a toda la audiencia y solo se limita a mirar con desagrado al padre de su hija.
—Es su tercera audiencia. —susurro— El padre ya presentó pruebas de que la madre padece un trastorno bipolar e intentó herir a la pequeña varias veces porque está negada a llevar algún tratamiento, pero el juez se niega a darle la custodia al padre.
Eller se enojar, sin poder creerlo.
—¿Qué? ¿Por qué razón?
Inhalo con bastante dificultad, tocando una fibra sensible de mi propia historia.
—El juez es hermano de la demandada. —Eller abre sus ojos con exageración y yo río, sin gracia— Legalmente, no debería ser así. ¿Pero quién va a decirle a la gente con poder qué hacer? Mientras haya dinero y mentiras de por medio, la justicia puede moverse a favor de quien apueste más.
Cuando sus ojos caen sobre el pobre hombre y parece frustrada al no poder hacer nada, mi corazón se alborota y mi mente se hipnotiza por su presencia. Entonces, es cuando mi corazón decide abrir su herida más profunda frente a ella.
—Mi madre… intentó asesinarme en varias ocasiones desde que estuve en su vientre.
Su piel palidece, su mirada decae y se gira a mí intentando comprobar si lo que ha escuchado es correcto.
—La razón por la que odio que las mujeres me toquen es porque mi propia madre me hizo odiar ese tipo de contacto. Mis tías se hicieron cargo de hacerme sentir culpable por lo que ella me había hecho. Cuando estuvo en la cárcel, todas las mujeres de su familia me dijeron que era mi destino, cualquier mujer que cruzara por mi vida intentaría hacerme lo mismo porque es lo que merezco.
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Quizá, el próximo octubre
RomanceMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...