22. Cuando me confunda de estación, siempre volveré a ti

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—¡Feliz cumpleaños idiota!

Diego lanza el confeti mientras Eric sigue cantando de forma desafinada. Jay luce bastante enojado por la felicitación a estas horas de la mañana y agradezco haber sido quien lo propuso solo para vengarme de lo que me hicieron tiempo atrás. Eric golpea mi hombro como señal para que haga mi parte y con pesar, dejo salir el aire de mis pulmones cuando soplo el silbato y extiende una gran caja de regalo hacia él.

Ahora, Jay luce realmente emocionado y nos agradece, pero poco después sus ojos se posan en Berthie quien únicamente se ha limitado a quedarse de pie a su lado mientras sostiene el pastel sin ninguna emoción.

—Oye, ¿Y tú qué función cumples? ¿Mirarme? —Jay cuestiona al amigo a su lado.

—No creas que vino solo a sostener el pastel. —Diego explica—. Le hemos asignado la mejor parte de la celebración.

Jay nos mira con curiosidad.

—¿Cuál es esa?

Eric alienta a Berthie de forma rápida y estamos a punto de cantar nuevamente, pero todos quedamos en silencio cuando el pastel sobre su mano se estampa en la cara de Jay.

Sostengo el hombro de Berthie con fuerza y lo inclino a mí.

—¿Qué acabas de hacer? —cuestiono, en un susurro. Él me mira con naturalidad.

—¿No dijeron que tenía que lanzar?

—¡Apagar! —Eric grita—. ¡Tenía que apagar las velas! Además, ¡¿Dónde están las velas?!

—No las compré.

—¡¿Ah?!

Ninguno podemos creerlo, así que Berthir decide dar su lógica explicación:

—Si iba a lanzarle el pastel, ¿Por qué compraría las velas? Quemar la cara de alguien se puede pagar con cárcel.

Eric no se puede contener ante la respuesta de Berthie e intenta atacarlo, haciendo que ambos salgan de la habitación y Diego los persiga intentando detenerlos.

Incluso si esperaba una respuesta negativa, Jay solo retira el pastel que queda en su rostro y ríe. Agito su cabello con fuerza en forma de burla y luego empezamos a jugar con lo que queda del pastel.

—Feliz cumpleaños.

—Uhm, ¿Vas a quedarte a desayunar? Posiblemente mamá preparó un gran banquete. —dice Jay.

—No creo, debo ver a alguien. —inmediatamente sabe a quien me refiero—. Pero almorcemos fuera de la universidad esta tarde, yo invito.

—¡Ya lo dijiste! ¡No me voy a contener!

Juego con su cabello nuevamente y me alejo con la intención de irme.

—Uhm, no lleguen tarde hoy.

***

Desde que llego a la facultad no voy a otro lugar más que al casillero de Eller, encontrándola de inmediato mientras elige las cosas que necesita el día de hoy. Cuando cierra el casillero e intenta acomodar el bolso sobre su hombro, doy pasos rápidos hasta que me coloco a su lado y arranco la bolsa, logrando que se espante. Eso es hasta que nota mi figura y sonríe con felicidad.

Acomodo su bolsa para poder llevarla sin dificultad y sonrío sin mostrar los dientes, rompiendo la poca distancia entre ambos permitiendo que nuestras prendas se rocen.

—¿Tu primera clase no es a las 10? —pregunta, así que la miro y asiento.

—Uhm, hoy me levanté temprano y decidí venir a verte.

Quizá, el próximo octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora