17. El clima indicado para tu corazón

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Sacudo bien mi ropa mojada antes de entrar a casa para evitar causar un desastre. Tarareo una melodía inexistente pues la noche no puede ser más perfecta para mí. El olor de la comida recién hecha toca mis fosas nasales y las expande, buscando obtener un poco más de ello.

—¡Papá, estoy aquí!

Mi grito no obtiene ninguna respuesta y eso me extraña, por lo que voy directo al comedor y antes de que pueda siquiera decir algo, la sonrisa de mi cara se borra al ver el lugar al lado de mi padre ocupado por otra persona.

—¿Por qué llegaste tan tarde? —mi padre pregunta—. ¿Y esos golpes?

Sé que más tarde tendré que explicarlo.

—Yo... —evito responder y señalo con intriga a la persona que come tranquilamente a su lado—. Tú... oye, ¡¿No te quieren en tu casa?!

Jay detiene la copa que iba a llegar hasta sus labios y me señala con el tenedor.

—¡¿Por qué eres tan irrespetuoso?! ¡Tu papá te hizo una pregunta!

Mi boca se abre, sin poder creerlo.

—¿Por qué no avisas con anterioridad cuando vas a venir? ¡Mi casa parece su parque de diversión! —discuto.

—¿Quién dice que vengo a verte a ti? ¡Esta es la casa de tu papá! Te mudas y quieres venir a dar órdenes...

Levanto mi mano fingiendo que voy a golpearlo pero desde que soy observado por mi padre, dejo el puño caer. Me dirijo a la silla al lado de Jay y luego de sentarme, robo su plato y empiezo a comerme todo ignorando por completo cómo pide que pare a gritos mientras intenta quitarme la comida de la boca.

Mi padre ríe consciente de que no se trata más que de un juego entre amigos.

Más tarde en la noche, ambos esperamos sentados en el sofá mientras mi padre habla con el suyo, quien ha llegado hace poco a recoger a su hijo a quien resulta que envió solo por un recado y terminó sentado en el comedor comiendo mi cena.

—Oye... ¿Puedo preguntar algo? —abandona el móvil y pone su atención en mí.

Ambos miramos discretamente a nuestros padres para asegurarnos de que no escuchen nuestra conversación y poco a poco nos vamos acercando hasta dejar el más mínimo espacio entre ambos.

—¿Qué quieres saber?

—Yo... si me he besado con una persona varias veces...

—¡¿Se besaron?!

Golpeo la boca de Jay y la cubro justamente cuando  nuestros padres se giran. Aún con mis manos sobre su boca, regalo una sonrisa para dar a entender que solo bromeamos. Al asegurarse de que nada pasa, vuelven a girarse y dejo ir el cuerpo de Jay permitiendo que respire.

—¡Lo siento! —susurra antes de acercar su cuerpo nuevamente a mí—. Termina.

—Yo... Aghs, me he besado con alguien, esa persona confesó que le gusto y yo también le dije lo mismo. Eso quiere decir... ¿Que estamos saliendo ahora?

—¡Pues claro! ¿Por qué no lo estarían? —su seguridad no me convence.

—¿Lo crees? ¿No debería preguntar acerca de eso?

—¡Eres tan anticuado! —Jay exclama—.  Si ya hubo una mutua confesión y encima se han besado, ¿Qué más hay que aclarar? Es evidente que el próximo paso es empezar a salir.

—¿Eso crees?

—¡Hazme caso! ¿O no confías en mis dones con las mujeres? Eller es inteligente, seguro ya debe estar feliz de que estén saliendo.

Quizá, el próximo octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora