Doy vueltas de un lado a otro mientras me debato en si debo enfrentarme o no a Eller. Sé que lleva un buen rato esperando dentro de la biblioteca pero mis pies me han impedido entrar y mis dedos se niegan a responder cualquiera de los tantos mensajes que me ha estado enviando.
—Vamos, Michael. No debe ser tan difícil. —me aliento— Entremos ahí y hagamos como si nada ha pasado, creo poder manejarlo.
Trato de no hacer ruido al ingresar y logro ver a Eller sentada en nuestra mesa habitual con una expresión cansada. Revisa el móvil varias veces y luego deja caer su cabeza sobre la mesa, con pesar.
Llego hasta ella pero no nota mi presencia, así que intento hacerle saber que estoy allí pero de mis labios no sale nada más que un balbuceo.
¡¿Por qué estoy tan nervioso?!
El recuerdo de lo que pasó me invade y el temblor de mis dedos hace que los libros que sostengo se resbalen y terminen sobre la mesa. El ruido estrepitoso logra alertar a Eller y cuando me ve a los ojos, no sé qué expresión dejar en mi rostro. Guiado por mi estado de ánimo, empiezo a colocar cada cosa sobre la mesa ignorando su presencia.
—Oye, ¿Estás bien?
—Uhm. —no me atrevo a mirarla—. ¿Por qué no lo estaría?
—¿Por qué actúas como si tuviéramos una orden de alejamiento?
Mi rostro se ilumina.
—No había pensado en eso, ¿Podemos actuar como si tuviéramos una?
—Tú... ¡Aghs! —Eller parece salirse de sus cabales— ¡Si vas a actuar como un psicópata al menos mírame a la cara! ¡¿Por qué sigues mirando a la madera?!
Asiento.
—Tienes razón.
Parece aliviarse por algunos segundos hasta que me ve buscar algo en el interior de mi mochila. Saco los lentes de sol y me inclino hacia ella colocándolos en su rostro.
Agradezco a Dios ser un hombre tan preparado, pero Eller no parece creer lo mismo.
—¡¿Desde cuándo eres tan insoportable?!
***
—¡¿Eh?!
Golpeo a Diego con el libro para que guarde silencio, los pasillos de la biblioteca vuelven a quedar en total silencio cuando mi amigo se limita únicamente a mostrar la sorpresa en su rostro.
—¿Por eso estás actuando tan extraño? —escondo mi cabeza, avergonzado— ¡Oye, no pudo haber sido para tanto!
Me giro hacia él, ofendido.
—¿Por qué no lo sería? ¡Mi cuerpo fue profanado esa noche! ¡Incluso se sentó sobre m-
No termino mi oración pero puedo sentir el calor apareciendo en mis mejillas.
—Siendo sinceros, ¿Cuál es el verdadero problema en todo esto? —mi amigo pregunta pero me niego a decir lo que pienso.
Tomo otro libro y al ver que no quiero hablar del tema, Diego solo sigue caminando junto a mí. Justo cuando estamos por abandonar el pasillo, dos cuerpos aparecen frente a nosotros y agacho la cabeza frenético, intentando pasar desapercibido frente a Eller y su amiga.
—Oye, ¿Qué le pasa a tu amigo? —sé que la pregunta de Olivia es en relación a mí.
Diego me mira y se encoge de hombros.
—No lo sé. —me señala—. Está así desde que vio que están aquí y me detuve para saludar.
Elevo mi rostro y lo miro, enojado. La sonrisa indiscreta en él es clara señal de que lo hizo adrede.
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Quizá, el próximo octubre
RomanceMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...