Capítulo 20

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Los últimos cuatro días no habían sido igual que los anteriores a la visita a la mansión. El ambiente en la casa de Wu Zhen era pesado porque habíamos vuelto a poner el muro que nos separaba. Todo empeoraba durante las tardes cuando iban los hombres del señor Liu a recogerme y después de la jornada, me llevaban de regreso. Aquella situación me recordaba constantemente que corría peligro y que mi vida había perdido toda normalidad.
La verdad es que no me sentía bien con nada, pero entendía que, dentro de todo, era necesario, más aún después de saber que sufría de lapsus dónde me desmayaba por mis alucinaciones.
Al final del día, el único lugar en el que me sentía segura era cuando estaba en el cuarto, viendo el diario de mamá.

Un correo electrónico entró en mi teléfono y casi me dio un infarto cuando vi que se trataba de un banco.

Me quedé perpleja, observando la pantalla de mi celular, intentando unir cada parte de la información en mi mente

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Me quedé perpleja, observando la pantalla de mi celular, intentando unir cada parte de la información en mi mente.

«¿Mamá tiene un locker con documentos?», me pregunté en el pensamiento. «¿Por qué haría eso?».

Inmediatamente, ingresé a la página del banco y extendí el plazo por cinco años para luego mandar un correo de respuesta, solicitando que se comunicaran conmigo a mi celular.
Me sorprendió que en menos de dos horas una amable ejecutiva me llamara.

—Buenas tardes, Señorita Mila Zhang, soy Eva Castillo, ejecutiva del Banco de documentos Lyon Walters. La llamo para resolver las dudas que nos planteó a través del correo.

—Hola... —dije nerviosa—, señorita Eva. La verdad es que ya... ya pagué el arriendo del locker de mi madre. El tema es que ahora mismo estoy viviendo en China —suspiré—. Entenderá que me es imposible ir a ver los documentos de mi madre allá, pero necesito... —dije desesperada— necesito realmente recibirlos. ¿Existe una forma en la que se me envíen fotocopias?

—Se puede realizar, pero necesitaríamos que nos entregue un poder legal para abrir el locker y también una copia de su cédula de identidad, un certificado de nacimiento suyo, de sus padres y que responda algunas preguntas de seguridad que se le realizarán por correo.

—¡Por supuesto! —exclamé ansiosa—. Los papeles los puedo enviar más tarde y las preguntas puedo contestarlas de inmediato.

—Perfecto —dijo con tono relajado la mujer—. Al finalizar la llamada le enviaré el correo con la solicitud de documentos y las preguntas de seguridad. Una vez que usted lo responda, tardaremos en enviarle los archivos en un plazo no mayor a veinticuatro horas.

—Muchas gracias, Eva, quedo al pendiente. Realmente estoy muy agradecida.

—A la orden, señorita Mila Zhang. Adiós.

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Revolví pensativa mi chocolate caliente mientras la ansiedad me comía por dentro. Mi mente no paraba de preguntarse qué clase de papeles había guardado mi madre por tantos años en ese banco en Chile.

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐚𝐥 𝐝𝐫𝐚𝐠ó𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora