Capítulo 23

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La preciosa chica no conocía modales, simplemente entró como si esa fuese su casa y observó el lugar con una media sonrisa.
Altiva e increíblemente petulante, se volteó hacia mí y me observó con asco.

—Oficialmente, nos conocemos ahora, Wang Chu Hua, pero no me olvido que fuiste la cobarde que me hizo una zancadilla en el restaurante, ¿o me equivoco? —Sonreí de forma hipócrita y me crucé de brazos.

—¿Te sientes muy bien viviendo con mi prometido? —Acarició con sus largas y estilizadas uñas rojas la camisa del maestro que colgaba del perchero—. Sé que se ha estado divirtiendo contigo —Me apuntó al tiempo que hacía una mueca burlona—, pero no te ilusiones. No seas ilusa.

—¿Qué sabes tú de lo que él y yo tenemos? —Negué riéndome—. ¿Llamas prometido a un hombre al cual tienes amenazado? Si lo crees, entonces, miéntete. Cada perdedor se consuela como puede.

La chica comenzó a reír de forma exagerada y sus ojos se llenaron de furia.

—Mírame —dijo y se dio una vuelta para lucir su esbelta figura en aquel vestido floreado costoso que se realzaba con la dulzura de su rostro angelical—. ¿Lo ves? Tu y yo... —llevó su dedo a mi hombro y me empujo— no tenemos punto de comparación. Solo eres una... basura.

Envalentonada, tomé la mano que había puesto sobre mi hombro y se la torcí con fuerza. Me acerqué a su cara y sonreí.

—Y eso te duele, ¿no? —Presioné más fuerte y Wang Chu Hua chilló—. Debe ser terrible que una "basura" como yo tenga a Wu Zhen confundido. De otro modo, no nos hubieras ido a espiar anoche al local de comida como una arrastrada —La empujé con fuerza hacia la puerta—. Ahora, vete.

—¡Perra extranjera! —gritó al tiempo que masajeaba con expresión de dolor la extremidad—. ¡Solo se desquita contigo porque sabe la clase de basura que eres!

—¡Fuera de aquí! —exclamé molesta y le apunté la salida.

—Mila Zhang, aléjate de mi prometido o vas a ver que llorarás lágrimas de sangre —amenazó y se dió la vuelta dando un portazo.

Tragué saliva y me quedé mirando la puerta con el ceño fruncido, pero mi barbilla fue la primera en traicionarme, pues tembló y comencé a llorar desconsolada.
Sequé mis ojos y salí.

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No sé cuantas horas caminé, solo supe que era tarde cuando la oscuridad de la noche apenas me permitía ver mi sombra. Solo me moví por aquellas calles desconocidas sintiendo que mi cabeza iba a explotar en cualquier minuto.
A lo lejos ví un enorme santuario antiguo, rodeado de árboles frondosos, que ya estaba cerrado, sin embargo, mis pies pedían a gritos un descanso, por lo que al llegar al místico lugar, me senté en los fríos escalones y suspiré agotada.

Mi mente entró en calma al respirar aquel aroma verde, amaderado y húmedo que desprendía toda la naturaleza de ese sitio y, en especial, de los hermosos árboles milenarios que habían enfrente, de los cuales colgaban campanillas de viento con mensajes de paz y suerte. Una brisa hizo que todas comenzaran a sonar y supe de inmediato que algo iba a suceder, pues los bellos de mi nuca se erizaron y sentí un frío congelante junto a mí. Giré el rostro hacia mi lado izquierdo y Vi con claridad una silueta femenina con una capucha blanca de seda que le cubría casi por completo el rostro

—No me mires —dijo la voz de la mujer de mis visiones y sueños—. Mantén tus ojos al frente.

—¿A qué... qué vienes a mí, es...espíritu? —pregunté sintiendo que todo mi cuerpo temblaba.

—Ya comprobaste lo que te dije en nuestro encuentro en la mansión del general —afirmó y alzó una mano de la cual sacó una flor de Gaisang que lanzó a mis pies—. No fue un sueño ni una visión. Te hice viajar al pasado.

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐚𝐥 𝐝𝐫𝐚𝐠ó𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora