Capítulo 11

1 0 0
                                    

Cómo siempre, mi amiga apostó por lo seguro; las canciones de viejos, pero buenas, las mismas que usábamos cuando compartíamos con Haruki en su local de sushi y que cantábamos a todo pulmón hasta que llegaba la policía a retarnos por los molestos ruidos.
Me transporté inmediatamente a esos recuerdos al escuchar los acordes de You're the one that i want de la película Grease.

Lara se acercó a mí y me dedicó una enorme sonrisa, la que le devolví negando con la cabeza, escéptica de que estábamos replicando semejante estupidez que tan feliz nos hacía.

La pelirroja entró en su personaje y comenzó a cantar la parte de John Travolta con un inglés notablemente distorsionado por el rico licor.

Las risas de Chen y mías no tardaron en llegar y pronto se transformaron en carcajadas cuando mi amiga se me acercaba como si yo fuera su Sandy.
Me envalentoné y decidí disfrutar el momento, así que, llegado mi turno, olvidé la vergüenza y le seguí el juego. Comenzó a moverse por la sala, cortejándome como hacía Danny.

El nivel de gracia aumentó cuando Lara cantó y desafinó terriblemente. Ambas nos miramos y nos reímos tanto, que por poco escupimos nuestros riñones.
En medio de aquella felicidad, busqué a Wu Zhen. Una leve sonrisa se asomó en la comisura de sus labios.
Fue un gesto simple, pero me sentí contenta por verlo disfrutar..., por verlo siendo, simplemente, un hombre común.

Mi amiga gritó mi nombre y sentí que lo hiciera en ese momento, quería ver un rato más las mejillas con hoyuelos de ese asiático gruñón, pero la diversión no me esperaría.

-¿Disco? -me preguntó mientras veía la laptop.

Miré mi cuerpo empapado en sudor y negué.

-Pon algo... algo más calmado. Estoy que... que me caigo -jadeé con los pulsos cardíacos por las nubes.

Lara asintió y puso una balada romántica; Careless whisper de George Michael.

«La canción de los mentirosos», repasé en mis pensamientos al tiempo que mi cerebro, por algún motivo, la enlazó con el beso en el puente y la conversación del sexy chino con la extraña mujer.

Mis ojos y los del maestro se cruzaron. Nos observamos en sincronía, sabiendo que la letra representaba un fragmento de algo que no había iniciado, pero que se sentía como un comienzo.

Canté algo desanimada, tal vez por el alcohol en mi sangre, por el cansancio o porque, de algún modo, me estaba afectando lo que fuera que me ocurriera, hasta que sentí profundamente la parte más nostálgica de la canción.
Con los ojos aguados, entoné tristona la letra.

Tonight the music seems so loud,
I wish that we could lose this crowd.
Maybe, it's better this way,
we'd hurt each other with the things we'd want to say.

We could have been so good together,
we could have lived this dance forever...,
but now, who's gonna dance with me?
Please stay.

El maestro, que me contemplaba con los ojos brillantes, bebió otra copa más, como si de agua se tratara y luego bajó la cabeza.

La alegría me abandonó y, de pronto, me sentí vacía y lejana a todo, más no podía arruinar la diversión de mi Lara, que anexa a mis emociones, siguió cantando.

Llamé a Chen con un gesto de mano y, de inmediato, se acercó. Lo animé con una palmada en la espalda para que acompañara a su novia a cantar.
El joven chino no puso excusas, tenía una energía similar a la de mi amiga, así que canturrearon sin frenos.

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐚𝐥 𝐝𝐫𝐚𝐠ó𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora