archivos que encontré, donde se desató todo

8 0 0
                                    


          Archivos que encontré, donde se desató todo


13 de julio de 2012. Barichara, Santander.

Lo mejor que un humano puede hacer es admitir y aceptar sus errores. Admito que sufrí un bloqueo mental luego de esta última visita. Sentí que la materia de mi cerebro no daba más.

Encontré más información en otros lugares, pero mantenían el gato encerrado y me había cansado de buscar una forma de sacarlo. En esta ocasión, el gato murió. Quise llevarme un regalo para tener presente el tiempo que había durado en el Santander y sus regiones cercanas conociendo toda clase de pueblos y culturas. Al menos no fue tiempo perdido porque enriquecí más mi entendimiento sobre Colombia, mi querido país.

Entré a una casa de antigüedades muy bonita situada en Barichara llamada Antiquarius. Entre otras cosas tenían lámparas, muebles, juegos de vajillas y cuadros. La última opción me pareció la mejor por ser más duradera mientras que las otras podían romperse fácilmente. La mayoría de cuadros eran retratos de conquistadores antiguos, imágenes religiosas... y una mujer. Aunque su rostro estaba cubierto de sombras, no evitó que quedara deslumbrado por su belleza.

Era una bonita ilustración hecha en óleo, estaba muy bien conservada. A diferencia de las pinturas de la época, esta tenía una técnica preciosa y las sombras eran impresionantes. No se veía plana con cara asimétrica, pálida y carente de perspectiva sino comparable al retrato del hombre joven de Vannucci y con detalles como las luces del cabello parecidas a los rizos de Durero a sus 28 años.

Conversé con el encargado de la tienda sobre el cuadro y la mujer resultó llamarse Ana María. Pues esta pintura de Ana María era una obra maestra digna de estar en las paredes de mi hogar. Debió ser una gran dama o al menos alguien influyente como para decidir dejar su recuerdo en este mundo. Notaba cuanto amor habían puesto en una sola pintura, a lo mejor su esposo fue quien la pintó. El encargado me comentó que no se sabe quién la retrató, pero el cuadro fue hecho en el 1552 en el Jordán. Ana María era esposa de un médico muy reconocido en varios pueblos de esa época porque no se limitó a sanar a sus compatriotas españoles sino también a salvar la vida de indígenas. Lástima que no se sabía su nombre.

Otra vez la chispa se encendió, me toqué la frente con preocupación porque ya no sabía hasta cuando iba a continuar con esto. Que extraño que un pintor tan bueno no haya decidido darse los merecidos créditos de esta pintura, destinándola así a la perdición puesto que no se sabría su valor y qué decir de su esposo anónimo. Un Jesús para los indígenas que no quiso ser reconocido.

Ana María, ¿quién eras en realidad? Si eras la esposa de un médico reconocido en varios pueblos, ¿por qué te retrataron a ti y no a él? Algo hizo clic en mi cabeza y me detuve un momento a pensar que no tenía sentido que murieran tantos guanes habiendo un río con supuestas aguas curativas y un médico que salvaba la vida de españoles e indígenas por igual. Pagué el cuadro, di las gracias y me fui del lugar a pensar al hotel.

Aunque la medicina de aquella época no estuviera tan avanzada se presentaban mejoras con respecto a vivir sin ningún tipo de prevención sanitaria. Si estuvo viviendo durante esa época todo pudo pasar. Por primera vez comencé a creer en esta "maldición", que no se tornaba al lado fantasmagórico sino a un lado más científico posiblemente por las atrocidades que se pudieron vivir allí y por eso se tomó la decisión de abandonar a esta población. Eso encajaba muy bien.


15 de julio de 2012. Bogotá, Cundinamarca.

Había tenido la gran fortuna de toparme con algo que por primera vez le diera un norte a la investigación así que no perdí tiempo y me devolví a aquellos lugares históricos a investigar más sobre esta mujer.

Resultó que nadie conocía la historia de la tal Ana María, nadie. Absolutamente nadie la recordaba ni sabían de un médico que sanaba guanes y pensándolo bien era contradictorio que teniendo sus propios curanderos se dejaran llevar por uno de los hombres blancos conquistadores. No podía negar que era cierto, hasta me dijeron que pudo ser otro Jordán, pero ¿cuál otro Jordán iba a ser? El cuadro era una de las pocas piezas que quedaron del primer caserío llamado Sube del cual se sabe poco o nada hasta que finalmente el 2 de octubre de 1822 se fundó como Jordán Sube.

Retorné a los pueblos cercanos en busca de pistas y no fue más que tiempo perdido. Nuevamente me sentía frustrado porque los rastros que encontraba para tratar de avanzar en mi investigación me llevaban a un callejón sin salida, al final no significaban nada. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue pedir ayuda a conocidos, sabía de alguien fanático de las pinturas antiguas y tal vez podría darme explicaciones sobre esta.

Jorge Miranda, quien era el encargado de una galería de arte en Bogotá, quedó admirado con el esplendor que emanaba aquel cuadro describiéndolo como una "magnificencia". Del cuadro no sabía nada, de Ana María tampoco. Sin embargo, la técnica del óleo era una de las mejores de la época por lo que quien la pintó debía ser alguien reconocido como para tener esos conocimientos y aquel que le pagó debía tener mucho dinero. Más dudas me invadieron al no entender cuál era el fin de ocultar a alguien tan importante hasta el punto de no dejar rastro de la vida de esa persona. Si no fuera por ese cuadro ni siquiera hubiera contemplado la idea de que hubo alguien que se interesó por la salud indígena, aunque todo apuntaba a que muy probablemente también estuvo involucrado en su desaparición. Estaba en un punto medio, ni blanco ni negro y no me veía salir de allí por el momento.


15 de octubre del 2012

Lo mejor que se puede hacer como investigador es reconocer tus limitaciones y buscar ayuda cuando es necesario.

Recibí apoyo para identificar la procedencia del pintor de la obra en cuestión buscando retratos hechos con la misma técnica al óleo de Ana María. Se aproximaba otro agujero negro porque todos los que encontramos eran europeos y no se tenía registro de ningún pintor como aquellos en el Jordán. No tenía sentido que la pintura fuese hecha en Europa ya que la inscripción del cuadro indicaba el año, el nombre y el lugar así que claramente fue contratado y traído del extranjero solo para pintar aquel retrato, ¿era así de importante? Claro, suposición mía, pero cada vez esto me parecía más insólito. ¿Por qué un médico prestigioso gastaría tanto dinero en traer a uno de los mejores pintores de España para retratar a su esposa? Podría ser él o los dos a la vez, pero ¿por qué solo ella? ¿Por qué si había pintores aquí hizo eso? Sé que sonaba a que me estaba ahogando en un vaso con agua por una tontería porque esto no parecía tener ninguna importancia en la historia del Jordán. Aun así, esas preguntas me abrumaban. ¿Y si la imagen de verdad era importante?

Volví a mirar aquel cuadro con detenimiento durante mucho tiempo, unos treinta minutos, y me di cuenta que no solo era el rostro de aquella mujer: en el fondo había una casa a lo lejos y ella estaba debajo de un árbol que le daba sombra. A primera vista no se encontraba nada inusual excepto por una pequeña esquina cubierta por las sombras del árbol. Casualmente aquellas sombras parecieran figuras humanas al revés.

Otra vez esa chispa se encendió, puse el cuadro de cabeza con delicadeza y ahí estaban lo que parecían ser guanes adorando algo. Tuve que acercarme a mirar con detenimiento evitando que fuera alguna ilusión óptica porque el tamaño no ayudaba mucho al tratarse de una esquina muy pequeña. ¿Cómo es que nadie lo notó? En aquellas diminutas figuras se veía como un grupo de personas adoraban a algo que estaba encima de ellos y detrás se veía un hilo que podría simular un río. En ese momento me pregunté si había algún mensaje oculto. Un poco más arriba note que las figuras simulaban agua y entendí que si quería saber qué pasaba debía averiguar sobre los dioses guane, más acerca del río y aquella casa donde seguramente ellos vivían, no estaría allí por casualidad.

Si esa fue la razón por la que se buscó tener una exactitud al momento de pintar, entonces el esposo de Ana María tenía muchas cosas por decir al igual que misterios por resolver y allí podría estar esa historia perdida que tanto buscaba. A decir verdad, se me hizo triste que una pintura como esa acabara olvidada en los últimos mostradores y la vendieran por muy poco valor, pero me sentí feliz al haberla descubierto porque al fin logré conseguir un punto: la casa.

La verdad del Jordán, el informeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora