capítulo 3

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Capítulo 3


Tres meses pasaron y Adalberto seguía avanzando en su carrera como aprendiz. A decir verdad, era muy bueno y las personas de Sube ya lo identificaban como el médico del pueblo pues Bartolomé le cedía cada vez más pacientes hasta el punto de solo quedarse con los indígenas guanes. Estos, al enterarse que Adalberto esperaba un hijo, hicieron un gran festejo donde les llenaron de regalos como su ropa típica y chicha de maíz. Ana María, por su parte, sentía que algo no estaba bien con ella ni con su esposo. Este llegaba sin contar nada de lo que hacía y, por el contrario, evitaba hablar de ciertos temas e incluso llevaba extraños objetos a la residencia la cual rentaron para tener espacio donde colocar sus cosas. Era lo que se llevarían para amoblar la casa, su cama, comedor, cortinas y demás o al menos eso era antes de que él apartara un espacio secreto para guardar sus "utensilios". Dentro de poco se terminaría de construir su nueva casa, cosa que también le parecía extraña a Ana y que se había guardado por mucho tiempo, pero ya no podía más. Aprovechó la cena para desahogarse moviendo ligeramente la comida con desdén mirando al plato como si no tuviera hambre.

— Dime, ¿qué te guardas? —Preguntó ella.

Levantó la mirada para ver a Adalberto masticando tranquilamente con los cubiertos en la mano cortando el siguiente trozo de carne. Se detuvo después de tragar.

— Nada. Si te refieres a lo de siempre pues son cosas que no entenderías. —Respondió dándose otro bocado.

— A lo que me refiero es que todo esto es extraño: estás muy distante, nuestra casa ha tardado más que la mayoría en construirse, traes objetos raros aquí y este embarazo no creo que sea normal.

El joven tragó la comida de golpe, una punzada de miedo y ansiedad sintió correr por su espalda. Segundos después la miró a los ojos.

— Ana, sabes que he estado muy ocupado y debo pensar en muchas cosas. Tampoco he podido dedicarme a supervisar la construcción. Los objetos que ves son utensilios de medicina nuevos, nada preocupante a diferencia de lo que dijiste sobre el embarazo. ¿Cómo es eso de que "no es normal"?

Ambos tragaron saliva con nerviosismo mientras se miraban. Ahora Ana se cuestionaba si decirle o no a Adalberto que no tenía idea de lo que se avecinaba.

— Cuando llegué aquí estaba bien, no me sentía nada y desde que apareció ese hombre empezaron mis migrañas. ¡Todo lo que creí que era por el viaje en tres semanas se convirtió en un embarazo que ahora es demasiado grande para sólo tener cuatro meses!

— No inventes cosas, —siguió hablando sin darle importancia con su voz y ya más tranquilo— yo me había dado cuenta y tú no quisiste escucharme hasta mucho después. Era obvio que venías ya embarazada.

— ¿Y si te digo que no? Podría jurarlo, conozco mi cuerpo. Esto empezó aquí, aunque Bartolomé diga lo contrario.

— La lógica me dice que él tiene razón, es imposible que lleves una barriga tan grande en tan poco tiempo. —Respondió con algo de molestia por la terquedad de la mujer.

— Eso mismo es lo que no me cuadra, ¿no es extraño que nada haya pasado antes?

Él no quería enrollarse más en el tema, suficientes reclamos por un día. Sin embargo, su esposa no pensaba igual.

— Una vez que des a luz lo veremos, mientras hay que decidir en qué cuna dormirá nuestro hijo. He visto muchas...

— No. —Cortó Ana de inmediato— Me vas a decir qué has estado haciendo y por qué la casa aún no está construida. —Su tono de voz fue firme esta vez.

La verdad del Jordán, el informeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora