capítulo 1

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Por protección a los posibles derechos de autor, la dudosa proveniencia y la gran extensión del libro original, la presente versión de los capítulos es resumida omitiendo detalles y/o descripciones innecesarias enfocándose en el material de importancia para mi investigación. Dado que expresiones conocidas durante el siglo XVI han caído en desuso, todo lo aquí escrito está expresado en un lenguaje moderno para su mejor comprensión.


Capítulo 1


Carta a Bartolomé Bastidas – Rodrigo Gómez de Tejiera

Entrado el verano de 1541, cuando todo era nuevo y en Europa se vivían tiempos esperanzadores para los que quisieran servirse a un nuevo comienzo, fue allí cuando inició la esclavitud también en una población indígena llamada Guane. Desde hacía ya un año los españoles conquistadores marcaron ese territorio como suyo agrediendo a los nativos, pero no acababan de ponerse de acuerdo entre ellos al decidir cuál sería el futuro de estas personas. En medio del bullicio y las divisiones que esto representaba llegaban otros queriendo comerciar con ellos proponiendo tareas artesanales como tejidos de ropa, también encomiendas pensando en el desarrollo económico de la pequeña colonia que se formaba. Pocos se interesan en lo culturalmente ricos que son estos habitantes ni tampoco en las cosas extrañas que allí suceden pues estas personas solo padecen de una extraña fiebre que se cura con el agua del río. No se ha encontrado más explicación a esto que parece ser algo sobrenatural, por esto mismo cada domingo de misa se bautiza allí a quién quisiera ser cristiano sin tener un criterio más allá de lo divino. Por su parte, estos pobladores nativos contemplan un dios que adoran regularmente llamado Cuchavira (o arcoíris) encargado de curar fiebres. Lo extraño es que de todos los dioses guane es el único a quien dicen ver, de hecho, esta historia se liga muchísimo con la del río milagroso. La adoración de estos nativos es vista como demoniaca pues realizaban un extraño ritual frente al río alabando a este dios, pero los rituales terminaron cuando el sacerdote dijo que vio a un demonio que emergió de las aguas esconderse entre los árboles para ser adorado en secreto por los guanes. Fue el fin de su religión. Sírvase usted, respetado Don Bartolomé a escudriñar este hecho, pues los nativos han enfermado con todo tipo de plagas desde que cesó esta adoración. Dicen las mujeres que han perdido su fertilidad y que el río ya no cura excepto a españoles quienes se bañan en sus cálidas aguas para calmar dolores en las coyunturas o reumatismos. Bien sé yo que es usted un hombre sabio y entendido, practicante de la medicina por muchos años. Nadie más logrará descubrir lo que hay detrás del misterioso dios y su río pues entenderá que no se trata de brujería ni de actos celestiales, más bien, los objetos de adoración guane son de mucho valor y nadie más que usted entenderá el porqué.

Carta enviada a Cartagena el 12 de mayo de 1550



Inicio de relato escrito anónimamente

Era un día soleado, despejado y con un cielo azul precioso para contemplar a los pájaros, los árboles, las flores y toda la naturaleza que se veía alrededor de la pequeña población que se formaba a las orillas de aquel río llamado Chicamocha por los indígenas. El largo viaje de España no había sido suficiente como tampoco lo había sido el camino interminable de la costa cartagenera hasta el caserío llamado Sube. A lo lejos se distinguían varias casas pequeñas de los primeros pobladores hechas de bahareque, barro y piedra con techo de hojas secas sin mucho detalle, otras estaban en construcción apenas y mucha gente caminaba por allí comerciando o buscando establecer lugares para sus animales. En eso, la joven Ana María, de tan solo 18 años, le dio una mirada a su esposo señalando una de las casas.

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