Capítulo 16
Un par de disparos se escucharon al frente, ella se detuvo en seco observó con detenimiento hallándose nuevamente en la intersección que se alumbraba por la luz de una antorcha. Por ahí había pasado antes, lo que significaba que no había ido muy lejos o estuvo siempre en el mismo lugar caminando en círculos, pero aquello no tenía sentido. No se devolvió en ningún momento, siempre fue hacia el frente. Adalberto logró avistarla primero a lo lejos, corrió hacia ella y la agarró de la mano. Ella volteó a ver de quién eran las pisadas, pero se calmó al darse cuenta que se trataba de él.
— Todo está despejado, ahora corre conmigo y no me sueltes, ¿entendiste?
Ella asintió ante las últimas palabras que le dijo para perderse por el único túnel que les quedaba, el más grande, el del centro.
Aquel monstruo se había quedado atrás, pero su ensordecedor y chirriante ruido seguía oyéndose en todo el lugar. Los dos siguieron corriendo casi a ciegas hasta que llegaron a una parte donde sintieron una corriente de aire indicando la salida de aquella red de caminos, pero antes cruzándose estaban otros dos. Adalberto se frenó de inmediato y la tomó del brazo.
— No te muevas ni hagas ruido, cuando se acerquen ni siquiera respires.
En eso enterró la antorcha en el suelo y esta se apagó dejándolos en plena oscuridad. Escucharon pasos que se acercaban más y más, voces de gente hablando un idioma que no se entendía. A medida que se aproximaban sentían aquel escalofrío inquietante que se extendía por todo su cuerpo. Hasta la pequeña niña, que para ese momento se encontraba en los brazos de su padre, no emitió ningún sonido mientras aquella gente pasaba por su lado. Ellos silenciosamente se recostaron en la pared y se quedaron ahí pegados hasta que los sintieron pasar por el frente e irse. Del otro lado venía caminando alguien con una antorcha en la mano. La luz se veía muy lejana, tanto que no se podía distinguir quién era, pero Adalberto conocía muy bien la ropa que aquel hombre utilizaba: una sotana y un gran crucifijo. En ese instante, con discreción comenzó a caminar siendo seguido por Ana María, debían aprovechar la oscuridad antes de que los alcanzaran. Al hacerlo un eco resonó por encima de las demás voces.
— ¿Los encontraron?
— No. —Respondieron desde la oscuridad los hombres.
— Recorran los túneles de nuevo y enciendan la luz.
Estas palabras fueron como un ultimátum para Adalberto que se movió con frenesí casi corriendo. Jaló a Ana María, a quien no había soltado, entre la oscuridad. No veían nada, lo único que los mantenía unidos eran sus manos fuertemente entrelazadas. Sintieron la corriente de aire hacerse mucho más fuerte, estaban muy cerca de la salida. Al fondo se veía una pequeña luz asomándose al final, Ana María sonrió feliz viendo que por fin saldrían de aquel misero lugar. Sin embargo, su felicidad terminó cuando sintió como la mano de su esposo se desvaneció quedando ella sola en aquel lugar.
El pánico la invadió y trató de buscarlo tanteando en la oscuridad, pero no lo halló ni a su hija. La única opción que tenía era seguir hacia la luz, sabía que eso era lo que él haría. Corrió fuertemente hacia ella, pero ya sus pasos no fueron tan silenciosos, ahora se escuchaban en cualquier lado del túnel porque el suelo de aquel tramo se volvió duro y algo frío. Al instante, las luces se encendieron. Un silencio ensordecedor llenó aquel frío y solitario lugar, el piso estaba hecho de algo parecido al mármol, las paredes eran de piedra lisa y el techo estaba completamente iluminado por aquella luz que no podía quedarse mirando ya que era muy intensa, sentía que sus ojos se quemaban. Una luz blanca, esa misma que desconcertó a Ana María pues no era la del sol. ¿De dónde venía? Su pregunta quedó en el olvido al darse cuenta que ahora cualquiera podía verla.
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La verdad del Jordán, el informe
Science FictionEn un país lleno de guerras, violencia y secretos, surge un informe que podría cambiarlo todo. Un informe que ha sido cuidadosamente guardado, ocultado de las miradas curiosas, hasta ahora. Este recopila toda la información de la gran investigación...