Capitulo 4: Poner orden.

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La sede del SNI se encontraba extrañamente silenciosa y desolada, era un eco vacío de su habitual bullicio. La ausencia de vida era palpable. No se escuchaba ninguna voz lejana, ni risas o murmullos, ni el sonido de pasos apresurados por los pasillos, ni siquiera a Iliam halagando a algún agente atractivo. No habían gritos ni discusiones por la falta de café o quienes patrullarían con los jefes. La quietud era tan profunda que parecía que incluso el aire se negaba a moverse.

Dominique y Wesker, recién llegados de Francia, se adentraron en el edificio con una expresión confundida. La morena, con su cabello oscuro ondeando suavemente detrás de ella, se detuvo frente a la isla de recepción. Rodeó la estructura con pasos medidos y se sentó en la silla que normalmente ocupaba Iliam, mientras Wesker seguía su propio camino hacia el ascensor. La directora encendió la computadora y sus dedos danzaron sobre el teclado mientras revisaba las ubicaciones de cada uno de sus agentes. Algunos patrullaban las calles, pero una arruga de preocupación marcó su frente al notar que aproximadamente unos veinte de sus agentes se encontraban en la comisaría local.

Con un suspiro, se levantó y se dirigió hacia su oficina. Al entrar, se movió con familiaridad hacia los libreros que custodiaban secretos más allá de los conocimientos encuadernados. Extrajo un libro en particular, una edición antigua de leyes judiciales, detrás de aquel libro, insertó su huella digital y su código de acceso en un panel oculto. La puerta se abrió con un susurro silencioso, revelando una escalera que descendía a las entrañas del edificio.

Bajó las escaleras, su mano rozando la fría piedra del muro, presionó su mano en un sensor haciendo que el muro se rodara dejándola ver una habitación llena de archivos, sacó uno del chaleco que cargaba y lo guardo con el resto.

Siguió caminando por el largo pasillo y volvió a ingresar un código en lo que parecía un lugar sin salida, el muro se rodó dejándola frente a una fuente y varias series de puertas. Aunque el camino al garaje solía confundirla, esta vez, su intuición la guió a través de la puerta marrón correcta. Necesitaba su equipo reglamentario antes de dirigirse a la comisaría.

La armería estaba al lado de los vestidores. Cruzó la puerta correcta y allí se encontró a Wesker, el jefe adjunto, en un estado de semi-vestimenta. Sorprendida, frunció el ceño al verlo abotonándose la camisa en un lugar donde no correspondía cambiarse.

—¿Qué hace aquí? —Preguntó con un tono que no admitía evasivas mientras se acercaba a su respectiva taquilla.

Wesker, cuya expresión permanecía inmutable, levantó la vista hacia ella. Sus ojos, normalmente imperturbables, destellaron con una sorpresa que no pudo ocultar.

—Tengo ropa en mi taquilla y necesitaba cambiarme —Respondió con su voz grave, terminando de abotonar la camisa y ajustándose el cinturón.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos, roto solo por el sonido metálico de las radios al ser aseguradas en sus hombros o cinturón. Conectaron los auriculares y ajustaron los dispositivos detrás de las orejas, preparándose para la comunicación.

Dominique activó la tablet y antes de guardarla en el gran bolsillo en su pierna, se sintonizó a la frecuencia de sus agentes.

Buenas tardes, señores —Su voz firme y profesional resonó a través del dispositivo.

Las respuestas no se hicieron esperar, llenando el espacio con saludos respetuosos, excepto uno. Echedey, siempre siendo él mismo, no perdió la oportunidad de ser original.

Tardes, porque buena esta usted —Dijo con un tono juguetón.

Wesker rodó los ojos ante el comentario, mientras que Dominique no pudo evitar reír.

Eyes For You (Domisker) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora