Capitulo 28: Ser felices.

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Ella tenía que estar bien, no podía dejarlos así, el hecho de que vieran como algunos doctores pasaban de un lado a otro los ponía más nerviosos y que los cuerpos de todos estuvieran en alerta.

Nadie podía hablar, pensaban que ella iba a estar bien, no, tenía que estar bien. Cada segundo que pasaba sin noticias aumentaba la ansiedad de todos. Los doctores y enfermeros iban y venían con rapidez, sus rostros serios y concentrados, lo que solo incrementaba la inquietud del grupo. Todos estaban tensos al máximo, cada sonido, cada movimiento de los doctores era observado por ellos.

Eran conscientes de que Dominique había perdido mucha sangre. La gravedad de la situación se hizo aún más evidente cuando escucharon a algunos enfermeros pidiendo bolsas de sangre, específicamente del tipo de la Directora. La preocupación se transformó en un nudo en el estómago de todos.

La presión en el pecho del jefe adjunto era insoportable. Se apoyó contra la pared, tratando de controlar las lágrimas que amenazaban con desbordarse.

Cerró los ojos con fuerza, respirando profundamente, pero nada parecía aliviar el dolor y la angustia que sentía.

Darlene estaba jugando con sus manos con claro nerviosismo, no quería perder a su madre, no quería estar sola.

Simplemente no quería perder a la mujer más importante en su vida sin haberle pedido disculpas por las horribles cosas que le dijo antes de irse de casa.

La pierna del rubio subía y bajaba con velocidad, quería ver a su amiga viva, se culpaba por no haber llegado antes, por no avisarle a Paul antes.

Finalmente, un doctor caminó hacia la sala de espera. Todos dirigieron su mirada hacia el hombre vestido con bata blanca.

—Tuvo varias complicaciones en la intervención, pero está fuera de riesgo —Dijo simplemente, y un alivio recorrió el cuerpo de todos—. Pueden verla, está en la habitación 106.

Aleksander se lleno de felicidad y abrazó al pelinegro con fuerza, esté le devolvió el abrazo, apretándolo con igual intensidad.

—La vieja tenía que poner un pie nuevamente en el otro lado para que te dignaras a mostrarme afecto —Protestó el rubio, frotando la espalda del jefe adjunto con una sonrisa.

—Cállate —Respondió el ojos claros, pero no pudo evitar sonreír también.

Cuando todos llegaron a la habitación, Darlene fue la primera en acercarse a su madre y tomar su mano. La preocupación en su rostro se suavizó al ver a Dominique, aunque aún inconsciente, respirando con normalidad.

El doctor había dicho que podría tardar en despertar debido a la pérdida de sangre y el agotamiento, pero estaba fuera de peligro. Sus signos vitales eran normales, y eso era lo más importante en ese momento.

La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el suave pitido de las máquinas monitoreando a Dominique. Cada uno de ellos se acercó a la cama, tomando turnos para sostener su mano, susurrando palabras de aliento y pidiéndole que siguiera luchando por su vida.

Para el pelinegro de ojos grises, ver el rostro relajado de la morena le daba tanto miedo. Porque ni siquiera cuando dormía se veía así, las pocas veces que había tenido la oportunidad de verla dormida, su ceño siempre estaba un poco fruncido, como si la vida misma le molestara.

Ahora, esa expresión serena le parecía casi irreal, como si estuviera viendo a una persona diferente.

El resto del equipo se fue, ambos rubios fueron a buscar a Cano, Isabel y Padilla, mientras que Vera y Sara se dirigieron a buscar a Sally.

Dejando al jefe adjunto en habitación junto al pequeño de ojos azules hasta que llegaran los de servicios sociales a por él.

Paul notó cómo el ceño de la Directora se frunció ligeramente. Se tomó unos segundos para abrir los ojos, y cuando Wesker vio esos hermosos iris dorados, una paz indescriptible llenó su corazón. Era como si el mundo hubiera dejado de girar por un momento, permitiéndole respirar con tranquilidad.

Eyes For You (Domisker) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora