Capitulo 24: Pulso.

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Despertó gracias al sonido melodioso de los pájaros al cantar. Abrió uno de sus ojos lentamente, y se extrañó al darse cuenta de que las paredes no eran del color de su habitación habitual, sino un frío azulado. La luz del amanecer se estaba comenzando a filtrar suavemente a través de las cortinas grises.

Lo más extraño, sin embargo, era el calor de otro cuerpo junto al suyo. Se movió un poco, y al hacerlo, sintió una mano debajo de su camiseta que se aferró a ella como si no quisiera soltarla jamás.

Esa sensación la hizo sonreír como una tonta, sintiendo una mezcla de ternura al recordar el momento que compartió con él.

Después de terminar su turno, el jefe adjunto le había pedido que fueran a cenar juntos. La cena fue agradable, llena de risas y conversaciones que no eran de trabajo, y de alguna manera, terminaron en la casa del pelinegro.

Hablaron hasta tarde, compartiendo experiencias y momentos vividos, por seguridad, él le pidió que se quedara a dormir. Discutieron un rato sobre quién dormiría en el sofá, hasta que finalmente decidieron dormir juntos.

Después de todo, ya lo habían hecho en Italia, así que no sería la primera vez.

Había descubierto que cuando dormía con él, sus pesadillas desaparecían y podía descansar en paz.

Esa tranquilidad que él le brindaba era algo que valoraba profundamente.

Se volvió a mover para poder mirarle el rostro, y sintió cómo el agarre en su cintura debajo de su camisa se incrementó, uniendo su cuerpo más al del pelinegro.

Mentiría si dijera que no acarició el rostro del hombre con toda la delicadeza del mundo. No quería despertarlo, porque seguramente él se querría levantar, y ella quería seguir sintiéndose de esta manera.

Tan cerca de él, tan natural.

Si dormir de esa manera se hiciera común, si él seguramente iba a ser más cariñoso de lo que ya era, y si algún día quizás tomaría el hecho de besarlo como algo normal.

Lo único que pudo hacer fue llevar su mano hacia su collar y desabrocharlo.

Se quedó mirando el anillo por unos segundos, había llevado unos días pensando en quitárselo.

«Ya ni siquiera recordaba su voz.»

Sonrió con tristeza, no porque lo extrañara, sino porque sabía que ya no existían esos sentimientos que alguna vez tuvo hacia su ex esposo.

Solo le quedaban esos recuerdos que atesoraría para toda su vida.

Jugó con el anillo entre su mano por un largo rato, pensando en qué iba a hacer con el. Nunca había pensado que se lo quitaría, y no se iba a deshacer de el; era algo importante para ella después de todo.

En un momento, Wesker comenzó a moverse para acomodarse y se acercó más a la morena, dejándole un pequeño beso en la frente.

—Buenos días —Dijo, y su voz era más gruesa debido a que se estaba despertando.

Posó su barbilla sobre el cabello de la morena y una de sus manos en la mejilla de la Directora, comenzando a dar suaves caricias con su pulgar.

Los latidos contra el pecho de la mujer comenzaron a aumentar, y ella solo se quedó inmóvil, disfrutando del momento.

—¿Estás despierta? —Preguntó Paul con confusión mientras se separaba un poco para verla mejor.

Pero esa separación no era más que unos centímetros.

Las mejillas y el cuello de Dominique se tornaron rojizos rápidamente, como si el calor de su cuerpo se hubiera concentrado en esos puntos.

La cercanía de Paul, su mirada y la intimidad del momento la hacían tener una sensación que no estaba acostumbrada a experimentar.

Eyes For You (Domisker) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora