Capitulo 14: La verdad.

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Los cuatro cautivos habían sido trasladados a una casa de seguridad blindada por la CIA, los tuvieron que sacar de la sede ya que nada les aseguraba que Miranda no pudiera lanzar un nuevo ataque contra las instalaciones. La directora, sentía cómo el silencio en la sala de descanso se convertía en un enemigo invisible, la tensión la hacía sentir incómoda.

Sin embargo, había algo reconfortante en aquel vacío, la mano de Wesker, cuyos dedos se entrelazaban con los suyos con delicadeza bajo la mesa, le ofrecía un ancla, un recordatorio silencioso de que si no quería hablar sobre su pasado no lo hiciera, pero ella lo veía necesario.

—Lo que escucharon sobre Padilla… —Su voz se quebró ligeramente, y se tomó un momento para tragar saliva, buscando la fuerza para admitir una verdad que pesaba como plomo —. Es cierto.

Márquez y Armiche intercambiaron miradas de desconcierto, sus ceños fruncidos eran un reflejo de la incredulidad que les embargaba al procesar cómo aquella mujer, había podido alguna vez servir a los intereses de un mafioso y, sin embargo, seguía ostentando un cargo de alto en el SNI.

—Permítanme revelarles quién soy realmente… —La palabra ‘soy’ resonó con un eco de firmeza, el jefe adjunto frunció el ceño al escuchar el tono en que lo había dicho, un tono de despreció hacia si misma.

La directora le costaba hablar sobre aquellos años, las únicas personas con las que había logrado hablar sobre aquello había sido Aleksander y Théodore.

—Soy comandante de la CIA. Mi misión inicial era purificar la ciudad de sus males, pero cuando escuché sobre el caso Miranda, lo reclamé como propio, impulsada por el historial personal con ese hombre y el odio que tengo hacia él...

Wesker, percibiendo la tormenta que se gestaba en el interior de la directora, apretó su mano con más firmeza. Ella levantó la vista hacia él, y levemente esbozo de sonrisa en sus labios, un gesto fugaz que, sin embargo, fue suficiente para arrancar una sonrisa al hombre de cabellos oscuros.

Dominique inhaló profundamente, llenando sus pulmones con el aire cargado de tensión. Los nervios de hablar sobre vivencias que había guardado en lo más recóndito de su alma la estaban asfixiando.

Ser la hija de una ministra implacable, cuya sombra acechaba a los mafiosos más escurridizos, era portar una doble filo de nobleza y peligro. La justicia era el estandarte de su madre, pero en un mundo donde la corrupción se enreda como la hiedra, ser la descendiente de tal figura era caminar con una diana invisible en la espalda.

La pesadilla se materializó el día en que cumplió diecisiete años, cuando las garras del destino la arrastraron hacia el abismo. Tony Miranda, un hombre que en esos momentos estaba en la mira de su madre, la arrancó de su vida cotidiana.

Él conocía quien era su padre, y esa sola verdad lo obsesionaba con la día de que ella se convirtiera igual a él para que su madre dejara de investigarlo, Miranda quería que fuera como los Zannier, por el solo hecho de que aquella sangre fluía por las venas de la morena.

¿Quienes son los Zannier? Se preguntarán, pues es una familia que han trabajado para una cantidad inmensa de criminales, no eran meros sicarios. Eran un clan familiar cuya fama de asesinos era tan peligrosa que los mafiosos los preferían como aliados que enemigos, tenían un talento nato para matar y eso era algo en que el italiano quería convertir a la joven directora.

—¿Vienes de una especie de familia Zoldyck pero en la vida real? —Hablo Vera sacando a Dominique de su relato.

—Disculpa, ¿Quienes? —Preguntó la directora.

—Una familia de asesinos de un anime —Dijo simplemente.

—Pues más o menos —Contestó soltando una risa por la estúpida comparación.

Eyes For You (Domisker) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora