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La Propuesta bajo los Cerezos

Era una tarde tranquila en Konoha, el sol comenzaba a ponerse, bañando la aldea con una suave luz dorada. Los cerezos en flor creaban un paisaje pintoresco, con pétalos rosados flotando en el aire. Kakashi había estado planeando este momento durante semanas, esperando el momento perfecto para dar el siguiente paso con Sakura.

Habían sido compañeros, amigos y, finalmente, amantes. Su relación había crecido con el tiempo, fortalecida por las batallas que habían librado juntos y los momentos de paz que habían compartido. Kakashi sabía que quería pasar el resto de su vida con ella, y hoy era el día en que le diría exactamente eso.

Llevaba a Sakura de la mano mientras caminaban por el sendero que conducía a su lugar favorito: un claro apartado donde los cerezos formaban un arco natural. Sakura, notando su inusual nerviosismo, apretó suavemente su mano.

—Kakashi, ¿estás bien? —preguntó, su voz llena de curiosidad.

Él la miró y sonrió detrás de su máscara, aunque sus ojos revelaban una mezcla de emoción y ansiedad.

—Sí, solo... quería traerte a un lugar especial.

Al llegar al claro, Sakura se detuvo, maravillada por la belleza del lugar. Los cerezos en plena floración y el sonido suave del arroyo cercano creaban una atmósfera mágica. Kakashi la soltó por un momento y se colocó frente a ella, tomando aire profundamente.

—Sakura, hay algo que quiero decirte —comenzó, sintiendo su corazón latir con fuerza.

Ella lo miró con atención, sus ojos verdes llenos de amor y anticipación.

—Hemos pasado por tanto juntos. Has sido mi compañera, mi apoyo y mi amor. No puedo imaginar mi vida sin ti, y sé que quiero pasar cada momento contigo.

Sakura sintió una oleada de emoción, sus ojos brillando con lágrimas contenidas. Kakashi, con una sonrisa tierna, se arrodilló frente a ella, sacando un pequeño anillo de su bolsillo. Era simple pero hermoso, con una piedra rosa que recordaba a los cerezos en flor.

—Sakura, ¿te casarías conmigo? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

Sakura llevó una mano a su boca, incapaz de contener las lágrimas que ahora rodaban por sus mejillas. Asintió rápidamente antes de encontrar las palabras.

—Sí, Kakashi. Sí, quiero casarme contigo.

Kakashi sonrió, sus ojos brillando con felicidad mientras deslizaba el anillo en su dedo. Se levantó y la tomó en sus brazos, abrazándola con fuerza. Se miraron a los ojos por un momento antes de que él se inclinara y la besara suavemente, un beso lleno de amor y promesas.

—Te amo, Sakura —murmuró contra sus labios.

—Y yo te amo a ti, Kakashi —respondió ella, sintiendo que su corazón estaba completo.

Bajo los cerezos en flor, con la luz del atardecer bañándolos en un resplandor dorado, Kakashi y Sakura sellaron su compromiso, listos para enfrentar el futuro juntos como compañeros, amigos, amantes y, pronto, como marido y mujer.