Revelaciones al Atardecer

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El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, bañando la aldea de Konoha en tonos dorados y anaranjados. Sakura caminaba por los tranquilos senderos hacia la casa de Kakashi, quien la había invitado para compartir un té y relajarse después de una larga semana de misiones. Cuando llegó, tocó suavemente la puerta y esperó.

Kakashi abrió la puerta con su característica calma. —Sakura, pasa.

Ella sonrió y entró, apreciando la calidez y simplicidad del hogar de su antiguo sensei. Se dirigieron a la sala de estar, donde Kakashi ya tenía todo preparado: una tetera humeante y dos tazas listas para servir.

—Gracias por invitarme, Kakashi. Realmente necesitaba un momento de tranquilidad —dijo Sakura, tomando asiento en el cómodo sofá.

—Siempre eres bienvenida aquí —respondió Kakashi, sirviendo el té con destreza.

Pasaron unos minutos en silencio, disfrutando del té y de la compañía mutua. Sakura no podía evitar sentirse curiosa sobre el hombre detrás de la máscara. A lo largo de los años, había imaginado innumerables veces cómo sería el rostro de Kakashi, pero nunca había tenido la oportunidad de verlo.

—Kakashi... —comenzó Sakura, con cierta vacilación en su voz—. Hay algo que siempre he querido preguntarte.

—¿Qué es? —dijo Kakashi, mirándola con curiosidad.

Sakura tomó una profunda respiración, decidiendo finalmente dar el paso. —¿Por qué nunca te quitas la máscara?

Kakashi sonrió, una sonrisa visible solo en sus ojos. —Supongo que se ha convertido en parte de mí. Pero, si realmente quieres verlo...

Sakura lo miró sorprendida. No esperaba que Kakashi aceptara tan fácilmente. Asintió, sintiendo su corazón latir más rápido.

Con un movimiento lento y deliberado, Kakashi llevó sus manos a su máscara y la bajó, revelando su rostro por completo. Sakura lo observó con asombro, sus ojos recorriendo cada detalle de su cara. Tenía una cicatriz pequeña en su mejilla, y sus facciones eran una mezcla perfecta de fuerza y suavidad. Era más guapo de lo que había imaginado.

—Vaya... —murmuró Sakura, sin poder apartar la mirada—. Eres... increíblemente guapo, Kakashi.

Kakashi rió suavemente, su risa ahora sin ningún tipo de barrera. —Gracias, Sakura. Me alegra que pienses eso.

Ella sonrió, sintiendo una conexión más profunda con él. —¿Te importa si...?

Kakashi asintió, y Sakura extendió una mano temblorosa, rozando suavemente su mejilla. La piel de Kakashi era cálida y real bajo sus dedos, y el gesto hizo que ambos se sintieran más cercanos que nunca.

—Siempre quise verte así, sin ninguna barrera entre nosotros —confesó Sakura, sin apartar la mirada de sus ojos.

—Y ahora no hay barreras —respondió Kakashi, tomando su mano en la suya—. Gracias por querer conocerme, Sakura. Realmente conocerme.

En ese momento, bajo la luz tenue del atardecer, compartieron un entendimiento silencioso, una intimidad que trascendía las palabras. Sakura había descubierto más que el rostro de Kakashi; había descubierto su verdadero ser, y sabía que ese momento marcaba el inicio de algo hermoso y profundo entre ellos.

Kakasaku One Shots IADonde viven las historias. Descúbrelo ahora