Manuel

1.2K 145 159
                                    

。 ₊°༺ ✯ ♖ C A R T E R ♖ ✯ ༻°₊ 。

Lanzo una mirada al reloj en la pared y asiento como tonto, como si en realidad supiera leer un reloj análogo. La verdad, olvidé cómo hacerlo después de los siete años, pero ¿quién necesita un tonto reloj análogo en tiempos tan modernos?

La respuesta: nadie.

Enciendo mi celular para ver la hora, pero como siempre, término olvidando mi objetivo apenas entro a TikTok, la segunda fuente de mis desgracias. No sé cuánto tiempo pasé viendo videos de reflexiones extrañas hasta que mi celular vibra, Aspen twitteó algo.

—¡Carter!

Levanto la cabeza de golpe y luego recibo un golpe en la cabeza. Alguien debería prohibirle el café a esta mujer, se convierte en una amenaza para la sociedad después del tercer latte.

—No me estás escuchando—me acusa.

Se ve molesta.

¿Mi culpa?

Sí, obvio.

Ups.

Debato con mis demonios internos la posibilidad de idear una mentira creíble en los próximos cinco segundos o salir corriendo, pero en lo que yo estoy ocupado con mi propia esquizofrenia, Andrea me arrebata el celular, corriendo por mi oficina mientras trata de desbloquearlo.

—¡Andrea, dámelo! —exijo, ella ríe mientras sigue huyendo—¡Andrea!

Uno de mis muchos intentos para atraparla fracasa cuando me golpeo el dedo chiquito del pie en la orilla de la mesa.

Caos, dolor, muerte, sangre, ¿mi dedo sigue ahí? ¿Qué maldita utilidad tiene ese dedo? Agendaré personalmente una cita para removerlo quirúrgicamente, maldito dedo miniatura inservible que está haciéndome ver mi vida pasar frente a mis ojos, incluyendo ese momento en el que ahogué a mi pez betta a los cinco años (Sí, ¡puede pasar!) Seguramente esto es obra suya, dicen que a todos nos lleva el karma algún día, ¿no?

Lo siento Nemo, no sabía que los peces se ahogan, ¡ten piedad de mi dedo inútil!

—¡Andrea! —vuelvo a gritar, mientras ella salta por encima del sofá como una atleta olímpica o al menos con mejor agilidad que yo—. ¡Oye, devuélveme el maldito celular o te juro que llamaré a Louis y lo invitaré a salir!

Ella se detiene en seco. Todos tenemos nuestros puntos débiles, y al parecer, el de Andrea es no tolerar que invite a salir a su muy posiblemente homosexual instructor de pilates.

—No te atreverías —dice con los ojos entrecerrados, pero noto un atisbo de duda en su voz.

Ah, dulce victoria. Y todo lo hice con un dedo menos, un aplauso para mí. Escribiré un libro motivacional.

—¿Ah, no me crees? —la reto, esbozando una sonrisa que seguro me hace ver como el loquito que a veces trata de entrar a nuestro edificio jurando que es el dueño—Podría bajar e ir a buscarlo ahora mismo...

Andrea rueda los ojos y finalmente me devuelve el celular. Lo agarro como si fuera el Santo Grial, mientras ella camina hasta mi escritorio, murmurando algo sobre la intensa heterosexualidad de Louis y cómo es imposible que sea gay porque su radar nunca se equivoca.

Hemos tratado de hacer la apuesta y coquetear ambos con él a ver a quién responde, pero Andrea la rompió a la mitad porque no soporta que me haga más caso a mí.

Su envidia alimenta mi ego, así que tengo un ego obeso.

Recuerdo de pronto por qué luché a muerte con mi mejor amiga y no me doy cuenta que llegó a mi lado hasta que ha visto mi secreto mejor guardado.

El robo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora