Venganza

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。 ₊°༺ ✯ ♜ A S P E N ♜ ✯ ༻°₊ 。

El ruido de las gotas impactando contra el cristal del balcón me despierta con una paz que hace mucho no sentía.

Qué cursi sonó eso. Ojalá fuera cierto. La verdad, desperté por el hermoso ruido de Collin vomitando en el baño y la lluvia que azota violentamente el cristal, haciéndolo temblar. Una de las maravillas de vivir en Nueva York: lluvias con las que temes ahogarte, aunque vivas en un piso 34.

Con razón estaba soñando que era el capitán del Titanic.

Me siento en la cama y me agarro la cabeza con ambas manos porque juro que en este momento se me podría despegar del cuerpo.

Jesús, no recuerdo mucho de anoche.

Me sorprende bastante no tener ganas de vomitar, pero el asqueroso sabor del alcohol sigue estando en mi boca. Ni siquiera sé diferenciar cuál de todos porque no sé qué fue lo que tomé.

O tal vez la pregunta debería ser qué no tomé.

Maldito Collin, se merece estar vomitando como si fuera una cascada. La verdad, mi padre no se equivoca respecto a él.

"Siempre tomas malas decisiones cuando estás con él"

Sí, papá.

"Es una mala influencia"

Sí, papá.

"Si se lanzara de un acantilado, ¿tú lo seguirías?"

Sí, papá.

Ni como negarlo.

Collin sale del baño lavándose los dientes con lo que pronto me doy cuenta (por el color) que es mi cepillo de dientes. Me mira y se ríe, mostrándome una asquerosa sonrisa llena de pasta antes de volver al baño para escupir y luego lanzarse en la cama a mi lado, causando que el terremoto que está en mi cabeza imite la catástrofe de Haití de 2010.

—Te odio, Collin —susurro, dejándome caer de nuevo en la cama—. Te odio como jamás he odiado a nadie.

Collin coloca tres almohadas detrás de él (incluyendo la que estaba bajo mi cabeza) para acomodarse antes de contestarme.

—Qué lástima por ti, porque ayer nos casamos en Las Vegas.

Mi cara debe ser muy divertida mientras trato de descifrar si habla en serio o no, porque se ríe con tanta intensidad que me da miedo que se le salgan los ojos.

También tengo miedo de no recordar nada con claridad. Ni siquiera quiero revisar mi celular porque me aterra la posibilidad de que X esté lleno de fotos mías desnudo o algo así.

Nah. Es broma, eso es algo que solo le pasaría a Carter.

Oh, mierda, Carter.

Ojalá hubiera estado lo suficientemente borracho para no recordar cuando nos caímos sobre esa tonta mesa de dulces, y ahora que lo pienso, ni siquiera valió la pena porque Collin no me dejó probar los algodones de azúcar miniatura con forma de árboles. Tal vez por eso no recuerdo nada, porque la mayor parte de mi memoria la ocupa la detallada forma de esos algodones de azúcar, lo lindos, suaves y verdes que eran.

Aunque era curioso cómo me miraban... ¿espera, qué? ¿Algodones de azúcar con ojos?

Bah. Ya ni siquiera sé qué estoy diciendo para este punto. Sólo sé que algo verde me miraba.

Ajá.

Por eso no debo beber nada más que agua y espresso.

Ruedo en la cama y termino estrellándome con mi mesa de noche. Excelente, gran forma de empezar el día. Alguien podría hacer una comedia de mi vida y en realidad creo que tendría un gran rating, porque soy un chiste andante. Una tragicomedia que ven las señoras cuarentonas en su casa todos los días a las siete de la noche.

El robo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora