Horrible

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。 ₊°༺ ✯ ♖ C A R T E R ♖✯ ༻°₊ 。

Creo que para este punto ya ha quedado claro que me gusta dejarme llevar por mis impulsos.

¿Me sale bien siempre? No.

¿Me meto en problemas por eso? Siempre.

¿Alguna vez pensé que decir "sí" a todo me llevaría a dormir en casa de Aspen? No. Jamás. Nunca en la vida.

Pero aquí estamos. Porque el día de hoy, el universo quiso patearme hasta que llorara y esta era la manera perfecta de terminar un día horrible: Dormir en un lugar horrible, con el chico más horrible del planeta. Que curiosamente coincidió en ser el primero en verme llorar en un largo tiempo... aún no sé cómo lo hizo.

Su cara no es tan horrible como para hacerme llorar.

Un shot por cada vez que dije "horrible."

Bueeeno, está bien, hoy no se portó tan mal como siempre, lo admito. Pero aún tengo mis dudas sobre lo que me pedirá a cambio. Tal vez sólo quería mis lágrimas. Después de todo, es como un comealmas, que se alimenta a base de mi sufrimiento y... ¿hamburguesas veganas?

Creo que prefiero comerme mi propia alma, seguramente tendrá mejor sabor que las pobres lentejas que fueron aplastadas y comprimidas todo para ser llamadas "hamburguesas."

Dejen a la comida ser lo que es y no intenten cambiarla. Pobrecita.

—Sólo pruébala —insiste, empujando más el plato hacia mí. Yo arrugo la nariz nuevamente, si lo hago un par de veces más tal vez me vuelva un tierno conejito o ese conejo anciano de Alicia en el País de las Maravillas—. Te gustará.

—¿Tú cómo sabes lo que me gusta? Esto se ve asqueroso...

—Bueno... —murmura, toma aire para decir algo pero al final no lo hace, sólo sonríe, girándose para lavar el sartén que usó hace un rato—. Nada, olvídalo.

—¿Qué demonios ibas a decir, Kesington?

—Nada, nada...

—¡Habla, cobarde! —lo amenazo con el tenedor extraño que me dio hace un rato, él vuelve a girarse para mirarme con una expresión curiosa, luego levanta una ceja—. Dime.

—¿Me estás amenazando con un tenedor, Crawford?

—Sí, es perfectamente razonable. Podría asesinarte con esto —respondo, aún apuntándole con el pequeño objeto—. ¿O no me crees capaz?

—Sí... es por eso que te di uno de plástico.

Frunzo el ceño al comprobar que habla en serio, y ahora no puedo evitar notar que el pequeño tenedor ni siquiera es puntiagudo, son sólo picos redondeados... ¡Ah, increíble, el cuchillo es igual! No podría cortar nada con esto, ¿cómo se atrevió este maldito torpe a darme cubiertos para niños?

Oh, tienen patrón de cebra, qué lindos.

¡No! Basta, sigo indignado.

—¿Por qué tienes cubiertos de cebra? ¿Le tienes miedo a los de adultos? —me burlo, Aspen pone los ojos en blanco.

—No, pero sí de que te saques un ojo.

—Jamás haría eso —respondo, distraído con el patrón de cebra del tenedor que cambia de color con la luz. No puedo dejar de moverlo, fascinado por el efecto—. Me gustan demasiado mis ojos para sacarlos de mi cara.

Hay un silencio, tal vez algo largo y no entiendo por qué este tarado me está viendo así de repente. ¿Acaso no había notado lo divertidos que son sus cubiertos de cebra? No creo que sirvan para comer, honestamente, pero sí curaron mi depresión del día de hoy.

El robo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora