Claustrofobia

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Nota: Segunda actualización de hoy! (Este sería el capítulo del domingo, el cap "impulsivo" es el que era para el miércoles y no lo pude publicar ese día. me estaba mudando, una disculpa). Disfruten! Sé que este les va a encantar :)


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Mi animal favorito, son los miembros de la prensa cuando intentan desesperadamente conseguir una exclusiva.

Ni siquiera Luka se pone tan agresivo cuando corro por mi casa con un trozo de jamón.

Me asomo un poco, al menos lo que me permiten los periódicos pegados terriblemente con cinta vieja sobre la ventana. Quiero romper uno de ellos para ver mejor pero tengo miedo de que terminen cayéndose todos y revelen nuestro gran escondite.

Definitivamente es algo que me pasaría.

Y me pasó, de hecho, una de las primeras veces que vine al Marea. Fui perseguido por un solo reportero que era demasiado insistente y extraño. Encontré esta bodega, entré y... todos los periódicos en la ventana se despegaron y me dejaron al descubierto. Si no hubiera sido por Andrea que llegó justo a tiempo, estoy seguro de que ese reportero hubiera intentado besarme.

Tengo que empezar a cargar gas pimienta.

—¿Siguen afuera? —susurra Aspen.

—No, Aspen. Sólo me gusta la vista de este callejón de mala muerte.

—Podría ser —supone, sentándose en un viejo banco que puede que se desmorone por su gordo trasero—. Así es como me imagino que se ve tu cerebro.

Lo miro frunciendo el ceño y él se ríe al no obtener una respuesta de mi parte. Tonto, ¿qué sabe él de mi cerebro? En realidad es como Narnia. Parece un simple ropero, pero si lo abres, es un mundo mágico lleno de chistes basura y resentimiento por mi ex. Los enanos representan mis pensamientos limitantes, el fauno la poca sabiduría que tengo y la bruja blanca es mi narcisismo.

Ahora que lo pienso, eso suena increíble. Me gustaría vivir en Narnia, sin la parte de la guerra y el león que habla. Sólo los reyes y ese príncipe que era tan...

—Maldita sea....

—Cállate, estaba pensando algo importante —exijo. Me sorprende que no me responda al instante o me lance una de esas cubetas de pintura a su lado, así que me giro. Tiene los brazos cruzados, la mirada fija en el suelo y una de sus piernas se está moviendo con rapidez—. Oye, ¿qué te pasa?

No me responde al instante. Pero cuando me mira, no se ve como siempre. No tiene esa expresión arrogante ni la sonrisita boba y burlona.

¿A este qué le picó?

—Ah... tal vez es mal momento para mencionarlo pero... —comienza, incluso su voz suena diferente. ¿Debería decirle que respire más lento? Es como si fuera a vomitar sus propios pulmones—. Soy un poco... claustrofóbico y si no salimos de aquí pronto yo...

Ay, no.

Debí suponer que esta bodega no sería lo suficientemente grande para él y para su enorme ego.

Trágalo Tierra y escúpelo en un estadio gigante o algo así.

—Mierda... —susurra.

O tal vez le escupa yo para que se tranquilice.

—Eh... ¿qué...? ¿Qué se supone que haga? —pregunto, entrando en pánico. Tal vez una bofetada le sirva para tranquilizarse. Al menos eso dice mi tía Suzie, pobre de mi primo John, eso explica sus traumas—. ¿Quieres que abra la puerta y los deje pasar? Al menos así tendríamos oportunidad de salir...

El robo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora