Charles

1.3K 166 282
                                    

。 ₊°༺ ✯ ♖ C A R T E R ♖ ✯ ༻°₊ 。

Cuando tenía trece, mi mamá me compró un conejo. Se llamaba Bolas.

O bueno, así le decía yo, porque Snowball sonaba demasiado elegante para la personalidad que tenía esa bola de pelos endemoniada.

Destruyó todos los cables que encontró en mi habitación, llenó de caca mis sábanas y se comió mi foto autografiada de Justin Bieber, además de la mitad de un libro de autoayuda que me había regalado mi madre. Triste. Jamás podré saber cómo terminaba, pero aprendí a tener una alta autoestima yo mismo, así que no hizo falta tratar de juntar los pedacitos de páginas con los que Bolas había decorado toda mi habitación.

En fin, ese no era el punto. Iba a decir que hasta ahora, lo más tierno que había visto en mi vida era ese maldito conejo loco. Con sus bigotitos y sus patitas blancas tan bonitas.

Pero creo que ahora podría ser perfectamente sustituido por Dany.

Porque el universo es bueno y hoy quiso comprobarme que, en efecto, sí es posible verse así de bien y ser tan lindo al mismo tiempo.

—¿Qué? —me pregunta, curioso. Esbozando una pequeña sonrisa que me hace querer salir de aquí enseguida sólo para regresar a mi habitación y gritar unas cincuenta veces en mi almohada. No puede ser tan perfecto— Carter, ¿estás bien?

—Yo, eh...sí, lo siento —es lo único que mi aturdido cerebro alcanza a contestar. Dany deja de sostener la puerta de su Mercedes Benz para acercarse y ampliar su sonrisa mientras escanea mi rostro. Sé que trata de adivinar por qué de pronto me quedé tan tieso como pavo en Navidad—. V-Vamos...

Jesús, te pedí un buen hombre, pero esto rebasó todas mis expectativas. Ni siquiera sé qué hacer con tanto.

—Espera —murmura con suavidad, los preciosos músculos de sus brazos se relajan cuando toma mi mano—. No tienes que venir conmigo si no quieres, ¿sabes? Podemos solo volver adentro y...

Quiero besarlo. No, quiero casarme con él. Quiero tener diez hijos, una casita en el campo, una vaca y dos perros con este hombre.

Ajá.

Tengo que calmarme.

—Quiero ir contigo —respondo decidido mientras le sonrío, tirando de él hasta su propio auto—. Vamos.

Él también sonríe. Subo al asiento de copiloto cuando vuelve a abrirme la puerta y, después de que la cierre, lo veo dar la vuelta para subir al asiento de conductor. O al menos eso hubiera hecho si alguien no hubiera decidido hacer una aparición estelar en esta bellísima noche que era muy buena para ser verdad.

—¿Se puede saber a dónde llevas a mi novio? —casi grita Will.

El sonido de su voz está amortiguado por el interior del auto, pero la reconocería aunque estuviéramos bajo el agua.

Ojalá yo estuviera bajo el agua. Ojalá fuera un triste pez sin sentimientos...específicamente el que ahogué sin querer.

—Él no quiere verte, Will —responde Dany, sonando molesto—. Déjalo en paz.

Me encojo en el asiento y me contengo de estrellar mi cabeza contra la ventana de este bonito auto. No quiero verlo, no estoy listo. Esto es mi culpa, fue mala idea, fue muy pronto. ¿Debería bajar del auto? ¿Debería decirle a Will que...?

¿Decirle qué?

—¡Carter! Más te vale que salgas de ahí en los próximos diez segundos o...

—No lo amenaces —advierte Dany.

El robo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora