XI. Rumores en la oficina

84 16 1
                                    

El sol apenas había salido, y las oficinas estaban llenas de la habitual actividad matutina. Empleados tecleaban frenéticamente en sus computadoras, mientras otros susurraban en pequeños grupos, compartiendo los últimos chismes. Entre ellos, la figura imponente de SeokJin avanzaba con paso firme, su expresión seria y decidida.

—¡Kim SeokJin, a la oficina principal! — llamó el supervisor con un tono burlón que resonó en toda la planta.

SeokJin levantó la mirada, captando las risas disimuladas y las miradas maliciosas de sus colegas. Mantuvo la cabeza en alto y se dirigió hacia la oficina principal, ignorando los comentarios y las sonrisas sardónicas a su alrededor.

Al entrar en la oficina principal, la atmósfera cambió drásticamente. Su padre, el señor Kim, estaba de pie detrás de su amplio escritorio de caoba, su rostro una máscara de desaprobación.

—Ayer no fuiste a la fiesta, ¿por qué? — preguntó su padre, sin molestarse en saludar.

SeokJin se sentó frente a él, manteniendo su rostro imperturbable.

—Tuve cosas que hacer — respondió con una calma que parecía irritar aún más a su padre.

—¿Más importante que tú familia? — cuestionó el señor Kim, su tono subiendo de volumen.

SeokJin no vaciló.

—Sí — respondió con simpleza, pero con una firmeza que no admitía dudas. — Estaba empezando mi cortejo.

El señor Kim parpadeó, sorprendido por la sinceridad y la franqueza de su hijo.

—¿Tu cortejo? ¿Con quién? — interrogó, ahora más indignado que antes.

—Con Jeon Jungkook — dijo SeokJin, mirándolo directamente a los ojos.

La expresión de su padre se oscureció, la sorpresa rápidamente dando paso a la ira.

—¿Quién? No he escuchado nada de él. ¿Qué hace? ¿De qué familia proviene?

SeokJin permaneció tranquilo.

—No has escuchado de él, porque él es pobre.

El señor Kim se levantó bruscamente, azotando sus manos en el escritorio con fuerza.

—No lo permitiré — dijo con voz tronante.

SeokJin se levantó también, su mirada fija y desafiante.

—No pedí tu permiso — replicó con una calma glacial. — Amo a Jungkook y no dejaré que alguien se interponga entre nosotros.

Se acercó a la puerta, dispuesto a salir de la oficina.

—¡Kim SeokJin! — rugió su padre, su voz llena de furia.

SeokJin se detuvo solo un momento, sin volverse.

—Si no le molesta, volveré a trabajar — dijo cortamente, antes de salir de la oficina y cerrar la puerta tras de sí con un clic definitivo.

[…]

Al regresar a su lugar de trabajo, SeokJin notó las miradas de sus compañeros. Algunos se burlaban, otros estaban sorprendidos, pero todos estaban atentos a lo que había ocurrido en la oficina principal. SeokJin, sin embargo, mantuvo su expresión serena y se sentó en su escritorio, volviendo a su trabajo como si nada hubiera pasado.

La tensión en la oficina era palpable, pero SeokJin no dejó que lo afectara. Sus pensamientos estaban con Jungkook, y la firmeza de su decisión le daba una fuerza inesperada. Los murmullos y las risitas de sus colegas se desvanecieron en el fondo, y él se concentró en sus tareas, determinado a seguir adelante con su vida y sus decisiones, sin importar las consecuencias.

The only reason Donde viven las historias. Descúbrelo ahora