La lluvia seguía cayendo sin piedad mientras Seokjin y Jungkook intentaban escapar de la mansión. Sus pasos eran rápidos y silenciosos, con el corazón acelerado y el miedo latente en cada sombra. Justo cuando creían que habían llegado al límite de la propiedad, un sonido amenazante los detuvo en seco.
—Alto ahí o lo mato —la voz de Hwan resonó a sus espaldas. Al girarse, vieron a Seung, pálido y tembloroso, con el cañón de un arma apuntando a su cabeza.
—¡Suéltalo! —exigió Seokjin, su voz firme aunque su interior temblara.
—No, hasta que tú vengas conmigo —respondió Hwan, su mirada oscura y llena de determinación.
El arma apuntó directamente a la cabeza de Seung, y Seokjin supo que no tenía elección.
—Está bien, iré contigo, pero déjalo —aceptó Seokjin, comenzando a separarse de Jungkook. Sus ojos se encontraron con los del conejo, llenos de preocupación y desesperación—. Cuídalo, por favor.
Pero antes de que pudiera dar otro paso, Seung, en un acto de valentía y desesperación, mordió la mano con la que Hwan le cubría la boca. El grito de dolor de Hwan resonó en la noche y, en un instante de rabia, apretó el gatillo. El disparo resonó, y Seokjin vio con horror cómo su hermano caía al suelo, la bala atravesando su columna.
—¡Seung! —gritó Seokjin, arrodillándose junto a su hermano, el dolor y la desesperación reflejados en sus ojos.
—Si no quieres terminar igual que él, vendrás conmigo —amenazó Hwan, apuntando de nuevo con el arma.
—No iré a ningún lugar contigo —dijo Seokjin, sus lágrimas mezclándose con la lluvia, su corazón rompiéndose al ver a su hermano herido de gravedad.
—Lo harás, quieras o no —respondió Hwan, intentando acercarse. Pero Seokjin lo empujó, protegiendo a Seung con su propio cuerpo.
—Déjame —le dijo, su voz quebrada mientras observaba la sangre que salía de la boca de su hermano.
—Tú lo quisiste así —dijo Hwan, levantando el arma para disparar de nuevo. Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, Jungkook intervino, abalanzándose sobre él con una fuerza desesperada.
La lucha fue feroz, los dos hombres forcejeando bajo la lluvia torrencial. El arma cayó al suelo, deslizándose fuera de su alcance. Jungkook, con una combinación de habilidad y furia, logró noquear a Hwan, dejándolo inconsciente en el suelo.
—Listo —dijo Jungkook, corriendo hacia Seokjin y arrodillándose junto a él—. Aquí estoy.
Seokjin sostenía a su hermano, susurrándole palabras de consuelo aunque el miedo y el dolor lo consumían. Llamaron a la ambulancia y a la policía con el teléfono de Seung, y durante ese tiempo, Jungkook permaneció a su lado, su presencia un ancla en medio del caos.
Pero en su absorción por Seung, no se dieron cuenta de que Hwan comenzaba a moverse de nuevo. Con una expresión de pura rabia y desesperación, alcanzó el arma caída y se levantó, apuntando directamente a Seokjin.
—Si no eres mío, no serás de nadie —susurró Hwan, apretando el gatillo.
Jungkook, al darse cuenta de la amenaza, reaccionó en un instante, lanzándose frente a Seokjin justo a tiempo para interceptar la bala. El disparo resonó, y Jungkook cayó al suelo, su cuerpo absorbiendo el impacto que estaba destinado a Seokjin.
—¡Jungkook! —gritó Seokjin, su voz llena de horror y desesperación mientras sostenía a Jungkook, la sangre manchando sus manos.
Jungkook, con un esfuerzo monumental, abrió los ojos y miró a Seokjin.
—Siempre te protegeré, Jinnie —susurró, antes de perder el conocimiento.
Seokjin, con lágrimas cayendo libremente, sostuvo a Jungkook y Seung, su corazón quebrado pero determinado a salvar a los dos amores de su vida. La llegada de la ambulancia y la policía trajo un rayo de esperanza en la tormenta, pero el camino hacia la recuperación sería largo y arduo.
La tormenta seguía rugiendo mientras Seokjin se encontraba atrapado en un dilema desgarrador. A un lado, Jungkook yacía herido, la sangre empapando su ropa y el suelo bajo él. Al otro lado, su hermano Seung apenas respiraba, su rostro pálido y sin vida. El corazón de Seokjin latía desbocado, el miedo y la desesperación nublando su mente.
—No me importa a cuántas personas tenga que matar con tal de tenerte a mi lado —la voz de Hwan resonó en la noche, cargada de una furia inhumana. Él sostenía el arma con firmeza, sus ojos fijos en Seokjin.
—Prefiero morir a estar contigo —respondió Seokjin, su voz firme aunque su interior temblaba. Se levantó, cubriendo a Jungkook y a Seung con su propio cuerpo.
—Serás mío, quieras o no —dijo Hwan, avanzando hacia ellos, el arma levantada.
Justo cuando el mundo parecía detenerse, el sonido de sirenas irrumpió en la escena. Luces rojas y azules comenzaron a iluminar el patio, destellando a través de la lluvia. La policía y las ambulancias habían llegado, sus neumáticos chirriando al detenerse bruscamente.
—¡Policía! ¡Suelte el arma! —una voz autoritaria rompió el caos, seguida de varias figuras uniformadas que emergieron de los vehículos, sus armas apuntando a Hwan.
Hwan, sorprendido y enfurecido, giró hacia los oficiales, pero no bajó el arma.
—¡No me detendrán! —gritó, apretando el gatillo una vez más. Pero antes de que pudiera disparar, un disparo certero de un oficial lo alcanzó en el brazo, haciéndolo soltar el arma y caer al suelo.
Seokjin, temblando de alivio y agotamiento, corrió hacia Jungkook y Seung, sus manos tratando de detener la hemorragia de ambos. Los paramédicos llegaron rápidamente, tomando el control de la situación con eficiencia y profesionalismo.
—Va a estar bien, señor —dijo uno de los paramédicos, colocando a Jungkook en una camilla—. Vamos a llevarlos al hospital ahora mismo.
Seokjin asintió, sus lágrimas mezclándose con la lluvia. Vio a su hermano ser colocado en otra camilla, su rostro tan pálido que le rompió el corazón. Todo a su alrededor se sentía irreal, como si estuviera viviendo una pesadilla de la que no podía despertar.
Mientras los paramédicos trabajaban frenéticamente, la policía aseguraba a Hwan, quien ahora gemía de dolor y furia en el suelo. Un oficial se acercó a Seokjin, colocando una mano en su hombro.
—Señor, lo siento mucho por lo que ha pasado. Vamos a asegurarnos de que Hwan no vuelva a hacerle daño a usted ni a su familia —dijo el oficial con firmeza.
Seokjin asintió nuevamente, apenas consciente de las palabras del oficial. Su atención estaba completamente centrada en Jungkook y Seung, sus cuerpos frágiles y heridos. Subió a la ambulancia junto a ellos, su mano aferrada a la de Jungkook.
El viaje al hospital fue un torbellino de luces y sonidos, pero Seokjin solo podía pensar en las dos personas que amaba, rezando para que ambos sobrevivieran. Al llegar al hospital, fueron llevados de inmediato a urgencias, y Seokjin se quedó en la sala de espera, su cuerpo temblando de frío y miedo.
Horas más tarde, un doctor salió, su expresión seria pero esperanzadora.
—Ambos están estables, pero van a necesitar tiempo y cuidado para recuperarse —dijo el doctor.
Seokjin soltó un suspiro de alivio, sus lágrimas fluyendo libremente ahora. Miró hacia el cielo gris a través de la ventana, sintiendo que, aunque la tormenta aún no había pasado, al menos había una esperanza de un nuevo amanecer.
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The only reason
Fanfic"El amor no mira con los ojos, sino con el alma." -William Shakespeare