XXV. Comentarios inoportunos

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En la vasta extensión del césped de la mansión Kim, Jungkook y SeokJin estaban acostados, mirando el cielo que empezaba a teñirse de tonos anaranjados y rosados con el atardecer. La brisa suave acariciaba sus rostros y traía consigo el aroma de las flores del jardín. Hablaban de temas triviales, disfrutando de la tranquilidad y la cercanía del otro.

—¿Recuerdas la primera vez que viniste aquí?— preguntó SeokJin con una sonrisa.

—Sí, cómo olvidarlo. Estaba tan nervioso— respondió Jungkook, riendo suavemente. —Pero ahora me siento como en casa, gracias a ti.

SeokJin lo miró con ternura, sus ojos brillando con cariño. Sin previo aviso, se inclinó y lo besó, un beso lento y profundo que transmitía todo el amor que sentía por él. Jungkook correspondió con igual intensidad, disfrutando del momento íntimo y de la conexión que compartían.

Después de unos instantes, SeokJin rompió el beso y se sentó a horcajadas sobre Jungkook, mirándolo con una mezcla de seriedad y diversión en sus ojos.

—Cuando nos casemos no podrás hablarle a ningún omega— declaró con un deje de posesividad.

—¿Por qué no podré hablarles?— preguntó Jungkook risueño, divertido por la súbita declaración.

—Porque eres muy adorable y querrán quitarte de mi lado— respondió SeokJin, haciendo un mohín adorable.

Jungkook soltó una carcajada, encantado por la forma en que SeokJin mostraba su lado celoso. —¿Entonces por eso no puedo hablarles?— inquirió, arqueando una ceja con una sonrisa traviesa.

—Mmm— asintió SeokJin, inclinándose para besarlo de nuevo. Sus labios se encontraron una vez más, y el beso se volvió más apasionado, lleno de deseo y promesas de un futuro juntos.

Las manos de Jungkook se deslizaron por la espalda de SeokJin, acariciándolo suavemente, mientras el zorro profundizaba el beso. La sensación de estar allí, bajo el cielo abierto, rodeados de la naturaleza y el lujo de la mansión, hacía que el momento fuera aún más mágico.

SeokJin se apartó ligeramente, sus ojos fijos en los de Jungkook. —Solo quiero que me hables a mí— murmuró, sus labios rozando los de Jungkook mientras hablaba.

—Siempre lo haré, Jinnie— respondió Jungkook con suavidad, acariciando el rostro de SeokJin. —Eres el único omega que me importa.

SeokJin sonrió ante esas palabras, su corazón latiendo con fuerza por la emoción. —Te amo, Kookie— susurró, dejando que todas sus emociones fluyeran a través de esas simples palabras.

—Yo también te amo, Jinnie— respondió Jungkook, sintiendo que no había nada más perfecto que este momento.

Así, bajo el cielo del atardecer, se quedaron abrazados, disfrutando de la paz y la seguridad de su amor mutuo. La mansión Kim, testigo de su creciente amor, se bañaba en la cálida luz del crepúsculo, reflejando la promesa de un futuro brillante y lleno de felicidad juntos.

[…]

Llegaba la tarde y Jungkook, tras un día en la sede de trabajo de SeokJin, regresaba a la mansión Kim. La serenidad del atardecer parecía envolverlo mientras caminaba por los jardines bien cuidados hacia la entrada principal. Jisoo lo recibió con una sonrisa cálida, siempre dispuesta a conversar con él.

—Jungkook, ven a platicar un poco nosotros — lo llamó Jisoo, observando lo amigable que era con todos.

Jungkook asintió con cortesía y se acercó a ella, consciente de la relación cercana que tenía con SeokJin y su importancia para la familia Kim. Aunque aún había cierta tensión no resuelta, especialmente en relación con Hwan, Jungkook estaba decidido a ser respetuoso y amable.

—No, gracias — respondió Seung, el hijo menor de Jisoo, con la mirada fija en su celular.

—¡Seung! Ven a platicar con nosotros — insistió Jisoo, elevando un poco la voz como advertencia.

—¿Hwan está aquí? — preguntó sarcásticamente Seung de repente, con una sonrisa juguetona en su rostro.

—No, es Jungkook — corrigió Jisoo, sintiéndose un poco avergonzada por la confusión de su hijo menor. —Perdónalo, últimamente ha estado muy apegado a Hwan desde que eran pequeños — explicó, esperando que Jungkook comprendiera la relación entre su hijo menor y el amigo de SeokJin.

—No hay problema — respondió Jungkook con una sonrisa sincera, intentando calmar el ambiente tenso. —Entiendo que es difícil de creer.

Jungkook asintió con tranquilidad, demostrando su entendimiento y aceptación hacia la amistad entre Seung y Hwan. Sin embargo, la atmósfera se tornó tensa cuando Seung habló de manera brusca y sin filtro.

—Pues cómo no, si solo estás con mi hermano por su dinero — dijo con franqueza, mirando fijamente a Jungkook.

Jisoo intervino de inmediato, visiblemente molesta por la falta de respeto de Seung.

—¡Seung! — exclamó, regañándolo con firmeza por su comentario inapropiado.

—Es verdad, mamá — insistió Seung con convicción, expresando su desaprobación hacia Jungkook y su apoyo hacia Hwan como la pareja ideal para SeokJin. —Él hizo que Hwan no se casara con SeokJin. Nunca serás parte de mi familia —, declaró con resentimiento antes de marcharse, dejando un amargo sabor en todos los presentes.

Jungkook permaneció en silencio por un momento, procesando las duras palabras de Seung. Aunque sabía que las opiniones de algunos miembros de la familia Kim podrían ser complicadas de cambiar, se mantuvo firme en su amor por SeokJin y en su determinación de ser parte de su vida, independientemente de las críticas y los desafíos que enfrentara.

—Deberia irme— susurro antes de subir al segundo piso.

[…]

Lo había planeado meticulosamente, con cada paso estratégico llevando hacia la culminación de su ambición. Hwan, sentado en su despacho privado, recibió la notificación que había estado esperando con impaciencia durante días: el traslado del señor Kim a otro hospital. Un destello de satisfacción cruzó su rostro mientras miraba fijamente la foto antigua de él y SeokJin, tomada cuando eran niños.

La fotografía mostraba dos niños pequeños, inseparables y sonrientes, con un lazo que parecía indestructible en aquel entonces. Para Hwan, esa imagen representaba más que solo un recuerdo sentimental; era la clave de su futuro, un futuro donde SeokJin estaría a su lado como suyo, finalmente.

El ambiente en su despacho era sereno y opulento, reflejando su posición privilegiada en la sociedad. Los muebles elegantes y los adornos refinados contrastaban con la frialdad calculadora que emanaba de Hwan mientras sostenía la notificación en sus manos. Era un hombre acostumbrado a obtener lo que quería, sin importar los medios que tuviera que emplear para lograrlo.

Con determinación en sus ojos, Hwan visualizaba el siguiente movimiento en su estrategia. Este era el momento decisivo, el punto culminante de años de planificación y espera. SeokJin, el omega que siempre había deseado poseer completamente, pronto estaría más cerca que nunca. La idea de tener a SeokJin a su lado, no solo como socio en negocios sino también como su pareja, llenaba su mente con una satisfacción anticipada.

—Vas a ser mío, SeokJin — murmuró Hwan, como si estuviera hablando directamente con la imagen infantil de su amigo. Su voz resonó con una mezcla de ambición y obsesión contenida, revelando la profundidad de su determinación para asegurar a SeokJin como suyo.

Con esa convicción ardiendo en su interior, Hwan se preparó para el siguiente paso en su plan maestro. Cada movimiento, cada palabra y cada decisión serían calculados con precisión quirúrgica, con el único propósito de llevar a SeokJin hacia él y alejarlo de cualquier competencia que pudiera interponerse en su camino.

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