XXXIV. Emociones confusas

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La atmósfera en el antiguo departamento de Jungkook estaba cargada de emociones encontradas. El espacio, lleno de recuerdos felices que SeokJin había olvidado. Jungkook, con una sonrisa nostálgica en el rostro, preparaba ramen en la pequeña cocina cuando escuchó la puerta abrirse. Giró lentamente, como si temiera que fuera solo una ilusión, y ahí estaba SeokJin, parado en el umbral junto a su hermano Seung.

—¿Jinnie? —murmuró Jungkook, su voz llena de incredulidad y esperanza, como si estuviera presenciando un milagro.

—¿Eres tú? —preguntó SeokJin, sus ojos buscando la confirmación de que el hombre frente a él era realmente Jungkook, el alfa de las fotos que había encontrado en la caja de recuerdos.

Antes de que pudieran compartir más que un fugaz momento de reconocimiento, Seung intervino con urgencia, rompiendo la magia del reencuentro.

—Hwan no tardará en venir —anunció Seung, viendo el mensaje que acababa de recibir del jefe de seguridad, quien había estado trabajando encubierto para él—. Él sabe que no estamos en la mansión. Tienen que irse —les entregó su celulares y continuó—. El chofer de Seokjin está esperando abajo. Tengan cuidado.

Seung se despidió rápidamente de su hermano, consciente de que cada segundo contaba antes de que Hwan los descubriera.

—¿Qué hay de ti? —preguntó SeokJin, su voz llena de preocupación por Seung.

—Yo fingiré que no sé dónde estas y me quedaré en la mansión mientras sigo intentando localizar a mamá —respondió Seung con una sonrisa, intentando transmitir calma a su hermano.

SeokJin asintió lentamente, sintiendo la abrumadora gratitud por tener a Seung de su lado en estos momentos difíciles. Se miraron por un momento más, compartiendo un entendimiento silencioso antes de que SeokJin se dirigiera hacia la salida, listo para huir con Jungkook y comenzar una nueva vida juntos, lejos de los engaños y la manipulación de Hwan.

El apartamento, una vez más quedó en silencio, con el eco de sus emociones y decisiones resonando en las paredes. Jungkook miró a SeokJin, sus ojos llenos de determinación y amor, sabiendo que habían superado un obstáculo pero que aún quedaban desafíos por delante. Juntos, caminaron hacia el ascensor, listos para enfrentar el futuro incierto pero esperanzador que tenían por delante.

[…]

Lo que había comenzado como un viaje silencioso entre Jungkook y SeokJin, con ambos sumidos en sus propios pensamientos y emociones, finalmente llegó a su destino: la granja de la familia de Jungkook. Al bajar del automóvil, SeokJin frunció el ceño al observar los vastos campos y la pequeña casa principal.

—¿Qué es esto? —preguntó con curiosidad, aún confundido por las circunstancias que lo rodeaban.

—Tal vez no lo recuerdes, pero esta es la granja de mi familia —explicó Jungkook con una sonrisa, sintiendo la nostalgia de esos recuerdos compartidos—. Vinimos aquí una vez, pero siempre mantuviste contacto con ellos.

SeokJin asintió levemente, tratando de conectar con el pasado del que no tenía recuerdos claros. Avanzaron hacia la casa principal, que se erguía modesta pero acogedora en medio del paisaje rural. SeokJin observó cada detalle con un deje de arrogancia, contrastando con la imagen que supuestamente había sido la suya en el pasado.

Al llegar, fueron recibidos por la madre de Jungkook, Somin, cuya expresión reflejaba una mezcla de alegría y melancolía al ver a SeokJin de nuevo.

— Bienvenido.

—Hola —saludó SeokJin secamente, sin perder su actitud reservada—. ¿Podrían decirme cuál era la habitación donde solía quedarme?

Somin sonrió comprensiva y los guió por el estrecho pasillo hasta una pequeña habitación decorada con figuras de superhéroes, entre las que destacaba Iron Man.

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