XVIII. Coqueteos

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Esa mañana, Seokjin entró en la oficina con un aire de satisfacción que no pasó desapercibido para Hwan, quien lo esperaba con una mirada aguda y un comentario sarcástico.

—Llegas tarde —bromeó Hwan, observando a Seokjin con una mezcla de curiosidad y disgusto.

Seokjin se detuvo un momento, recordando cómo Jungkook lo había consolado y besado esa misma mañana, dejándolo sin aliento y con el corazón latiendo más rápido.

—Tuve unos contratiempos —respondió Seokjin, sosteniendo firmemente los papeles en sus manos.

Hwan frunció el ceño, leyendo entre líneas el avance serio de la relación de Seokjin con Jungkook.

—Veo que tu relación con el conejo va en serio —comentó Hwan con tono serio, aunque por dentro sentía una mezcla de molestia y envidia.

—Sí —afirmó Seokjin, decidido—. Pensamos casarnos cuando papá mejore. Y como no tengo muchos amigos, quiero que seas mi padrino.

Hwan ocultó su verdadero sentimiento bajo una máscara de honor y aceptación.

—Sería un gran honor —mintió, observando cómo Seokjin se adelantaba para sumergirse en su trabajo.

Hwan, sin embargo, no pudo evitar sentirse abrumado por la ira y la frustración. Justo cuando iba a seguir a Seokjin para continuar la conversación, escuchó que alguien llamaba el nombre de su rival.

—¡Kook! —saludó un empleado, interrumpiendo sus pensamientos.

Jungkook respondió con una sonrisa genuina y amigable, saludando al empleado con un gesto cálido.

Una sonrisa que Hwan no podía soportar. Odiaba a Jungkook por lo que representaba: la persona que había arrebatado a Seokjin de su lado.

[…]

En la sede de la empresa, Seokjin y Hwan trabajaban codo a codo, una proximidad que no pasó desapercibida para los demás empleados. Las especulaciones sobre una posible relación entre ellos se esparcían como fuego, alimentadas por la familiaridad y la cercanía con la que interactuaban.

—Oi que se conocen desde niños y que sus familias los comprometieron —murmuraban algunos empleados, observando de reojo.

—Yo oí que están saliendo en secreto y que planean casarse cuando mejore el presidente Kim —añadían otros, avivando la llama del chisme.

Al principio, Jungkook no se dejaba afectar por estos rumores. Confiaba en Seokjin y en la sinceridad de sus sentimientos. Sin embargo, cada día surgía un rumor nuevo, y poco a poco, comenzaron a carcomer su tranquilidad.

Durante el almuerzo, los susurros se intensificaban.

—¡Hacen una linda pareja! —suspiró una secretaria justo al lado de Jungkook.

Jungkook miró hacia donde todos enfocaban su atención y vio a Seokjin con su habitual expresión seria, sirviéndose comida junto a Hwan, quien parecía estar coqueteando descaradamente.

—Hola —saludó Seokjin, acercándose a Jungkook—. Me sentaré con Jungkook. Tú puedes sentarte donde quieras —sugirió, acomodándose junto a él.

—Hola —respondió Jungkook, soltando discretamente sus feromonas para marcar su territorio alrededor de Seokjin.

—Me sentaré aquí —dijo Hwan, rodando los ojos al percatarse de lo que Jungkook hacía—. Aún tenemos que planear la firma de inversionistas.

—Jinnie, tienes que comer para que puedas concentrarte —dijo Jungkook, sonriendo forzadamente mientras lanzaba una mirada fulminante a Hwan.

—Sí, Jinnie, come —intervino Hwan con una sonrisa arrogante—. Trabajaremos toda la noche.

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