XII. Año nuevo

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Al final de la jornada, Jungkook observaba a Seokjin desde la entrada de la oficina. Seokjin, con una expresión absorta, miraba el cielo mientras estiraba la mano para atrapar un copo de nieve que se deslizaba suavemente hacia él.

—Hace frío — dijo el conejo, notando que el zorro temblaba ligeramente. Sin pensarlo dos veces, se quitó su segundo abrigo y lo colocó sobre los hombros de Seokjin.

El zorro lo miró a los ojos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba, como siempre ocurría cuando estaba junto a Jungkook. Sus mejillas, ya rosadas por el frío, se calentaron aún más.

—Me tengo que ir, pero te veo esta noche para la cena de Año Nuevo — se despidió Jungkook con una sonrisa, antes de dirigirse hacia el taxi que acababa de llegar.

Hwan, que había estado observando desde una distancia prudente, se acercó a Seokjin con una risa burlona, extendiéndole un suéter.

—Pensé que no traías — bromeó Hwan.

—No traía, Jungkook me lo dio — respondió Seokjin con una sonrisa, acomodándose el abrigo del conejo.

Hwan alzó una ceja, la burla aún en sus ojos.

—Veo que ese chico quiere cortejarte — dijo con tono burlón.

—Lo sé — respondió Seokjin con simpleza.

La sorpresa en el rostro de Hwan fue evidente.

—¿En serio? ¿Y no lo has rechazado? — preguntó, frunciendo el ceño.

—Lo dejé cortejarme — respondió Seokjin, su tono calmado pero firme. — Me gusta.

El sonido del claxon del auto de Seokjin interrumpió la conversación. El chófer había llegado.

—¿Irás a la fiesta de Año Nuevo? — preguntó Hwan antes de que Seokjin se subiera al auto.

—No, dile a mis padres que estaré con Jungkook — dijo Seokjin, entrando en el vehículo.

—¿Por qué no se los dices tú? — inquirió Hwan, curioso.

—Porque si lo hago querrán que lo lleve y quiero a Jungkook solo para mí — Seokjin cerró la puerta con una sonrisa. — Feliz Año Nuevo.

Las palabras de Seokjin cayeron sobre Hwan como un balde de agua fría. Observó cómo el auto se alejaba, sintiendo una mezcla de frustración y decepción. Arrugó el ticket del suéter que había comprado para Seokjin, maldiciendo bajo su aliento antes de dirigirse a su propio auto, molesto y perturbado por la confesión de Seokjin.

[…]

Mientras tanto, en el trayecto hacia su casa, Seokjin no podía dejar de pensar en la cena de esa noche. Era la primera vez que pasarían juntos una ocasión tan especial, y aunque su familia no estaría de acuerdo, él había tomado una decisión. Jungkook había demostrado ser alguien importante en su vida, alguien que le hacía sentir cosas que nunca antes había experimentado.

Al llegar a casa, Seokjin se preparó para la cena. Eligió cuidadosamente su ropa, algo casual pero elegante, perfecto para una noche íntima y especial. Sus pensamientos volvían una y otra vez a Jungkook, a su sonrisa, su calidez, y la forma en que siempre estaba dispuesto a protegerlo y cuidarlo.

Finalmente, cuando llegó la hora, Seokjin camino hacia la casa de Jungkook. Al llegar, fue recibido con una cálida sonrisa y un abrazo que le hizo olvidar todo el estrés del día. La cena fue sencilla pero deliciosa, preparada con el esmero y la dedicación que Jungkook siempre ponía en todo lo que hacía.

Mientras los fuegos artificiales iluminaban el cielo, Seokjin y Jungkook se tomaron de la mano, mirando el espectáculo desde la ventana. En ese momento, Seokjin supo que había tomado la decisión correcta. Estaba donde quería estar, con la persona que había elegido, y no había nada que pudiera interponerse entre ellos.

—Feliz Año Nuevo, Jungkook — susurró Seokjin, apretando suavemente la mano del conejo.

—Feliz Año Nuevo, Jinnie — respondió Jungkook, su voz llena de felicidad y promesas para el futuro.

Los fuegos artificiales continuaban estallando en el cielo, llenando la noche con luces brillantes y colores vibrantes. Seokjin y Jungkook estaban de pie junto a la ventana, sus manos entrelazadas, compartiendo un momento de tranquila intimidad. El sonido de las explosiones y los murmullos de la gente en la distancia parecían lejanos, casi irrelevantes en comparación con la cercanía que sentían el uno por el otro.

Jungkook, con su mirada cálida y sincera, observaba a Seokjin, notando el reflejo de los fuegos artificiales en sus ojos. Seokjin, normalmente tan reservado y frío, mostraba una vulnerabilidad que Jungkook había aprendido a apreciar y amar. Esa noche, Seokjin no era el zorro frío y distante, sino alguien que también anhelaba el cariño y la conexión.

—Jinnie... — susurró Jungkook, su voz apenas audible por encima del ruido de los fuegos artificiales. Había una mezcla de nerviosismo y determinación en sus palabras, como si estuviera a punto de hacer algo que había deseado durante mucho tiempo.

Seokjin lo miró, sus ojos suavizados por la ternura del momento. No necesitaban palabras para entender lo que estaba a punto de suceder. Habían compartido tantas cosas en los últimos meses, desde momentos de risa hasta silencios cómodos, que este gesto parecía ser el siguiente paso natural en su relación.

Jungkook dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre ellos. Levantó una mano y, con una suavidad infinita, acarició la mejilla de Seokjin. Sus dedos trazaron líneas invisibles sobre su piel, memorables y significativas. Seokjin cerró los ojos, inclinándose ligeramente hacia la caricia, permitiéndose sentir la calidez y el afecto que emanaban de Jungkook.

Sus rostros se acercaron lentamente, como si cada milímetro que los separaba fuera una eternidad en la que podían saborear la anticipación. El tiempo parecía detenerse mientras sus alientos se mezclaban, y el mundo exterior desaparecía, dejando solo el latido de sus corazones y el deseo de estar aún más cerca.

Finalmente, sus labios se encontraron. Fue un beso suave, delicado, lleno de la promesa de lo que vendría. No era solo un contacto físico, sino una comunión de almas, un entendimiento silencioso de que estaban donde debían estar, juntos. Jungkook sintió cómo el corazón de Seokjin se aceleraba, y el suyo respondió en sincronía, como si ambos latieran al mismo ritmo.

El beso se profundizó lentamente, explorando, aprendiendo, amando. Había una mezcla de dulzura y pasión, una fusión de sentimientos que los envolvía y los hacía sentir completos. Las manos de Jungkook se deslizaron hacia la nuca de Seokjin, atrayéndolo aún más cerca, mientras que los brazos de Seokjin rodeaban la cintura de Jungkook, manteniéndolo en un abrazo seguro y afectuoso.

Cuando finalmente se separaron, sus frentes se apoyaron una contra la otra, sus respiraciones entrecortadas y sus ojos cerrados, disfrutando del momento de pura felicidad y conexión. Seokjin abrió los ojos y vio la expresión radiante de Jungkook, y supo que, a pesar de todos los desafíos, valía la pena.

—Te amo, Jinnie — murmuró Jungkook, su voz temblorosa pero firme, llena de una verdad innegable.

—Y yo a ti, Kookie — respondió Seokjin, su voz suave y segura, dejando claro que sus sentimientos eran profundos y reales.

En ese momento, bajo el cielo iluminado por los fuegos artificiales, Seokjin y Jungkook sellaron su promesa de estar juntos, sin importar lo que el futuro les deparara. Era el comienzo de algo hermoso y duradero, un amor que habían encontrado en medio de las diferencias y que ahora celebraban con un simple, pero significativo, beso.

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