XXXVII. Mentiras

58 11 0
                                    

La mañana siguiente, SeokJin se despertó con un sobresalto al oír los toques en la puerta. Se levantó de la cama y abrió la puerta para encontrarse con Jungkook, quien sostenía una caña de pescar y una hielera.

—¿Qué haces?— preguntó SeokJin, desconcertado y con el ceño fruncido.

—Sé que te gusta pescar y quería compensar lo de ayer,— respondió Jungkook, intentando sonar casual, aunque una leve nerviosismo se notaba en su voz.

—¿Cómo sabes que aceptaré?— SeokJin se cruzó de brazos, mirándolo con una mezcla de arrogancia y curiosidad.

—Porque sé que nunca dirías que no a ir a pescar,— respondió Jungkook con una sonrisa confiada.

SeokJin suspiró, indeciso por un momento, pero finalmente asintió con indiferencia.

—Está bien,— dijo, quitándose las sábanas de encima.

Después de cambiarse, salieron de la casa y subieron al auto de SeokJin, que el chófer había dejado aparcado. Condujeron en silencio hacia un puerto cercano, donde Jungkook había rentado un pequeño barco con sus ahorros.

El puerto estaba envuelto en una bruma matutina, el aire fresco y salado llenando sus pulmones mientras subían al barco. El motor rugió suavemente mientras se alejaban de la costa, adentrándose en las aguas tranquilas.

Jungkook se mostró hábil en preparar las cañas y el equipo de pesca, algo que sorprendió gratamente a SeokJin. No recordaba haber enseñado a Jungkook a pescar, pero había algo reconfortante en ver lo natural que se movía.

Ambos se sentaron en silencio, esperando pacientemente a que los peces mordieran el anzuelo. El suave balanceo del barco y el sonido del agua contra el casco creaban un ambiente tranquilo, casi meditativo.

SeokJin observó a Jungkook de reojo, notando la concentración en su rostro mientras ajustaba el sedal. A pesar de su actitud distante con el conejo, no podía evitar sentirse intrigado por la dedicación del alfa. ¿Por qué alguien haría tanto esfuerzo por él, si no había algo más profundo entre ellos?

El tiempo pasó lentamente, pero no de manera incómoda. El sol comenzó a subir en el cielo, calentando el aire y haciendo que el mar brillara como un espejo. Finalmente, SeokJin sintió un tirón en su línea.

—¡Creo que tengo algo!— exclamó, emocionado a pesar de sí mismo.

Jungkook se levantó rápidamente para ayudarlo, sus manos trabajando con destreza junto a las de SeokJin. Juntos, lograron sacar un pez plateado y reluciente del agua. SeokJin lo sostuvo con orgullo, una sonrisa genuina iluminando su rostro.

—Es un buen pez,— dijo Jungkook, sonriendo también.—¿Te sientes mejor?

SeokJin lo miró, sus ojos encontrando los de Jungkook por un momento largo y cargado de emociones.

—Sí,— admitió SeokJin, finalmente.—Gracias por traerme aquí.

—Siempre,— respondió Jungkook suavemente.—Haré lo que sea para verte sonreír, Jinnie.

SeokJin bajó la mirada, sintiendo un calor extraño en su pecho. Tal vez no recordaba su pasado, pero algo en la forma en que Jungkook lo miraba y lo cuidaba le daba esperanzas para el futuro. Mientras el sol seguía subiendo, bañando el mundo en luz dorada, SeokJin se permitió disfrutar del momento, sintiéndose un poco más cerca de encontrar la paz.

[…]

Mientras tanto, en la mansión Kim, un jarrón se rompía en mil pedazos contra el suelo, sus fragmentos esparciéndose por todo el salón. Hwan, con el rostro desencajado por la ira, miraba a Seung con una furia contenida apenas controlada.

The only reason Donde viven las historias. Descúbrelo ahora