︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿
│ │ │ │. ;; [💙] ', -
│ │ │ ✧
│ │ ◆
│ ✧
◆
Esta historia es cruda. Muestra una realidad cruel y áspera.
No esperes un cuento en donde dos chicos se enamoran y viven felices, no siempre acaba todo en color de rosas.
Kaeya tiene un secreto...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kaeya's POV
Nunca supe bien porqué no me morí. Fueron meses y años para salir, tuve que aprender a no lastimarme, aunque ya había descubierto mil formas de hacerlo. Sufrí e hice sufrir a mucha gente. Pero aprendí que todo es relativo, que soy un poco más que eso, que no soy sólo esa parte dolorosa y conflictiva, y que me gusta estar aquí.
Aunque nunca nadie va a saber lo que yo viví, estoy seguro de que muchos me pueden entender, porque todos alguna vez estuvimos absurdamente enamorados. Y otras veces absurdamente tristes, absurdamente muertos o absurdamente vivos, en fin, todos somos absurdos de una u otra forma, ¿verdad?
En fin, me encontraba afuera, de puntitas de pie, tratando de recojer algunas manzanas y ponerlas en una canasta de madera. Mi asa estaba en mi antebrazo, permitiéndome colocar algunas manzanas que anteriormente ya había recogido. Pero para mi desgracia, tomar la última se me estaba haciendo difícil.
Normalmente ya no usaba mi ropa, prefería usar las camisas y pantalones oscuros de mi lindo pelirrojo, sus prendas eran más cómodas, y además, ya me había acostumbrado a ellas.
Estaba usando una camisa blanca que contrastaba con unos pantalones oscuros. No llevaba cinturón, no eran mi estilo. Estaba con mis botas altas con detalles y correas, como siempre. Mi cabello azul, con mis mechones en tonos un poco más claros, estaba largo y suelto, pero no tan largo como para sobrepasar mi cadera, empecé a dejar de usar coletas, algo raro en mí. Pero bueno, quería un cambio.
Por otro lado, había dejado de usar parches, había decidido aceptar mi ojo tal cual es. Diluc me ayudó en ese proceso de aceptación, remarcándome diariamente lo bello que era mi ojo dorado.
Era un lindo día de verano, el cielo estaba despejado y las chicharras se oían con frecuencia en todos lados, ya hasta cierto punto molestaba, pero bueno, así era la vida de un par de enamorados en el campo.
Era extraño. Después de la guerra, un 65% de mis recuerdos quedaron borrosos, me costó mucho tiempo recordar, asimilar y aceptar todo lo que hice. Que era un maldito asesino.
Nunca comprendí porqué la vida me dio una segunda oportunidad.
Habían pasado varios años desde lo ocurrido, nadie sabe mi ubicación.
El pelirrojo y yo habíamos decidido no vivir más en el viñedo, nos fuimos de allí para jamás regresar. Lo mejor que pudimos haber hecho fue alejarnos de todo y de todos, empezar una vida de cero, y esta vez, empezarla y terminarla juntos.
Estábamos alejados de las 7 naciones, con ayuda del dinero del más alto pudimos comprar un nuevo hogar, una casita alejada de todos, ubicada en un pueblito que se mantenía oculto. Estábamos rodeados de árboles de todo tipo y un bello césped que crecía cada vez más y más bajo nuestros pies.