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Esta historia es cruda. Muestra una realidad cruel y áspera.
No esperes un cuento en donde dos chicos se enamoran y viven felices, no siempre acaba todo en color de rosas.
Kaeya tiene un secreto...
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Limpiando la comisura de sus labios, alejó la pequeña botella de vidrio con leche de su boca, soltando un pesado suspiro.
Se encontraba en el gran comedor, observando la botella de vidrio por un par de segundos. Los recuerdos pasados volvían a atormentarlo, se mostraban como pequeños flashbacks en su cabeza.
Recuerdos de Khaenri'ah, recuerdos de su vida siendo el sirviente real, el día de la guerra, el día del cataclismo, el día en que toda su vida se fue al carajo, el día en que Dainsleif lo perdió todo.
El rubio no estaba de humor, no deseaba que los citadinos de Mondstadt se interpongan entre los planes de su amo. El peli-azul tiene una misión, un objetivo el cual debía cumplir.
Kaeya es de la nobleza, ascenderá al trono y será nombrado como el legítimo rey de la nación de Khaenri'ah. Él iba a liderar, no solamente sobre su propia nación, sino que su liderazgo lo expandería por todo el mundo. Mondstadt, Liyue, Inazuma, Sumeru, etc.
—¡Dain! —Tartaglia apareció por la puerta, asustando un poco al más alto y aumentando su agarre sobre el vidrio—. Finalmente te encontré, mierda... ¡uf! me cansé. —El de ropa gris relajó su cuerpo, arqueando su espalda y apoyando las manos sobre sus rodillas, respirando con dificultad—. Oye, el Doctor te está buscando, y es urgente.
Al ver al muchacho en tal estado tan exhausto, ocasionó que pusiera sus ojos en blanco, chistando la lengua y frunciendo el ceño.
—Mierda —vociferó—, ¿ahora qué querrá ese loco?
—Te recuerdo que somos parte de una sociedad oscura que secuestra, tortura y experimenta con gente para después esparcir su maldad por el mundo. ¿Crees que él es el único loco? —Volvió a sonreír—. ¡Yo tuve que coger con un Arconte para que me liberara de una casita de té en donde me tenían encerrado!
—Sí. —Puso la leche de vuelta en el refrigerador, cerrando la puerta lentamente—. Por cierto, Childe. —El joven se incorporó y le dedicó una mirada de confusión, señal para que el contrario continúe hablando—. ¿Estuvo rica tu cogida con nuestro príncipe?
Ambos ojos azulados se encontraron, un aura tensa se hizo presente en la habitación. No era de extrañarse que Dainsleif se enteraría tarde o temprano de lo que el Fatui había hecho, al saber que Nobile había entrado dentro del cuerpo del moreno, un sentimiento de odio se quedó implementado en su ser. Por otro lado, el de ropas grises se mostraba indiferente, aún manteniendo su mirada seria.
—Bueno, veo que los rumores se divulgan más rápido que una vírgen en venta. —Alzó las manos, simulando inocencia—. Sí, rubio, lo hicimos, tuvimos sexo consensuado y ambos lo disfrutamos. Ahora sabes que yo no pertenezco a ningún bando. No soy bueno ni soy malo, solamente me gusta estar en medio de todo el caos.