Mark Twain! Ꮚ

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La animada voz del jóven pelinaranja resonaba en la base de Guild, quien hablaba sin parar hacia los demás miembros, que artos únicamente lo ignoraban. Dejo de hablar repentinamente, pestañeando varias veces intentado asimilar la ignorancia de sus compañeros.

—¿Me ignoran? —Se pregunto pero siempre supo la respuesta. Rápidamente fue a buscar a su jefe o Herman, los únicos que parecían interesados en su conversación. Pero tardó un poco en salir, con la pequeña esperanza de que sus compañeros noten su ida, sin embargo la celebraban.

—Señor Francis! ¿Puedo? —Se asomó a la puerta como niño pequeño, observando a su jefe que como siempre, leía el periódico mientras tomaba café al lado de Louisa y Herman.

Francis miro hacia Mark con una ceja alzada, sin embargo no era raro que Mark recurriera a él. —¿Sucedió algo al Moby Dick? —Preguntó el mayor.

—Eh, no. Quería pedir permiso para ir a la ciudad, a Yokohama.

Louisa pareció curiosa, intentando desifrar la razón de esto. Francis simplemente rió suavemente para después volver a su clásico diario, que en realidad eran ofertas de cubiertos. —Mientras que no generes problemas tan graves está bien.

Mark sonrió y agradeció, saliendo de la habitación sonriente mientras daba pasos saltarines. Después de varios minutos logró llegar hacia la ciudad de Yokohama, algo mareado se dispuso a descansar apoyado en una pared, cuando una cafetería llamo su atención.

Rápidamente se adentro en ella, contaba con el dinero suficiente para comprar algunos alimentos básicos, aunque por como él era junto a sus dos compañeros*, que normalmente de le catalogaba como habilidad, ellos perfectamente comerían todo el local. Era un lugar tradicional, simple, pero a Mark este lugar lo deslumbraba al ser algo que no estaba acostumbrado, observaba cada detalle con sus bellos ojos. No tardó en notar las miradas sobre él, pero no le importo mucho, estaba demasiado ocupado en intentar traducir el menú entre sus manos.

—Hola... —Una dulce voz llamó la atención de Mark, una joven mesera frente a él.

—¡Hola! —Se apresuró a decir con una sonrisa. Vió el sonrojo en el rostro de la jóven mientras se señalaba su propio pecho, rápidamente Mark rió, confundiendo el gesto. —Que linda, ¿Una cita? Espera, un cafecito primero, no?

La chica se sonrojo, puso sus manos para negar desesperadamente. —Realmente no eres de por aquí. No digas eso en voz alta.

—¿Es un crímen invitar a una cita a una chica linda en Japón acaso? ¡Entonces que me arrestenme en cadena perpetua! —Dramatizo el pelinaranja mientras sonreía, provocando la risa en la jóven, quién parecía interesada en su forma de ser.

—No pareces alguien que pueda ser detenido. —Dijo con duda mientras ladeaba la cabeza.

Mark sonrió en lo bajo, sin decir ninguna palabra más sobre ese tema. ¿Que le diría? Soy un terrorista extranjero que está ayudando a que una ballena caiga en la ciudad por plata, nah. —Y en cuento al pedido, creo que un café está bien.

—Es que no puede ingresar aquí con... Su pecho tan expuesto. —Señalo su camisa.

Mark por fin se dió cuenta, bajando la mirada y encontrándose con su camisa desprendida. Rió suavemente y rápidamente de la abrochó, o bueno, casi todo, solamente dejando los últimos dos botones. —¿Ya?

—Sí. —Dijo la chica aliviada, rápidamente saco un pequeño cuaderno para tomar el pedido. —Un café simple, ¿Algo más?

Asintió con un murmuró, la chica espero su respuesta. Cuando sintió la mano de Mark sobre la suya se sonrojo un poco y la saco después de unos segundos. —Sí, una cita.

El joven pensó que la contraria lo rechazaría sin pensarlo, pero su respuesta lo sorprendió. —Esta bien, ¿Puedes esperar 15 minutos afuera?

—¿Eh? ¿Realmente?

—No me digas que lo dijiste en broma. —Dijo la chica ofendida, temiendo haber sido burlada por una simple mentira. Rápidamente volvió a hablar. —Es la cafetería de mi madre, no trabajo realmente aquí, sí eso es lo que te preguntas.

Mark rió suavemente para después asentir. —Nos vamos. Ah, y antes podrías traerme el café.

—¡Claro! —Exclamó la chica avergonzada, rascándose la mejilla.

Los minutos pasaron, Mark disfrutando del sabor del café japonés mientras esperaba la salida de la chica. Cuándo la vio, rápidamente se paró y salió junto a ella, abriendo la puerta.

—¿Esto en Japón también es un delito abrir la puerta a una chica? —Preguntó burlón para después sonreír.

—No, pero hablar tanto sí.

—Oww, eres mala. —Chilló molesto mientras fingía dolor.

La jóven rió ante esto, ladeando la cabeza mientras le brindaba una cálida sonrisa. —¿Cuál es tu nombre?

—¡Soy Mark Twain! Soy estadounidense, por cierto. —Parecía orgulloso de su país.

—Ah, que patriota saliste, naranjita.

—¿Naranjita? —Preguntó ofendido.

—Ey, no te ofendas que das miedo. Yo soy ____. —Dijo mientras sonreía, intentando calmar lo que nunca necesito calma.

Todos han escuchado la famosa frase “Los opuestos se atraen”, que justamente con aquél dúo era más que evidente; La extrovertida personalidad de Mark envolvía y complementaba la personalidad tranquila de ____, brindándole la diversión que en su vida carecía y faltaba, y ___ dándole la atención que nunca le fue ofrecida. Sin embargo nada era eterno, por más bueno que sea. Cuánto más significativo sea el vínculo más deseamos alargarlo.

Mientras que la luna se asomaba, los fríos colores azules cubriendo los celestes. Mark y la joven, que yacían sentados en un parque cercano mientras que disfrutaban de la compañía del otro.

—Ya debo irme, mi mamá seguro ya querrá llamar a los policías para buscarme. —Dijo mientras reía y se levantaba, observando a Mark.

—Ah, yo también debería ir yéndome ahora que lo mencionas. Por cierto, ¿Tienes alguna red social? ¡Te buscaré! —Dijo esperanzado por seguir hablando con la jóven.

La chica rió por su ánimo, asintiendo. —Por favor, no me revises demasiado el Instagram, seguro que que me vas a stalkear toda la cuenta.

Mark rió y levanto sus manos animadamente, negando toda afirmación. —¡Mentirosa!

En aquél parque, mientras ellos creían intercambiar cuentas en redes sociales, intercambian los sentimientos que desde su primera conversación surgió. Cuánto más significativo sea el vínculo más deseamos alargarlo. Entre más largo el vínculo, la despedida de volvía imposible, la dependencia que se debió formar entre ellos los frenaba. Aunque no todo debía ser malo, la felicidad junto al deseo de bienestar mutuo era mayor que las adversidades.

+:。.。★。.。:+

*No sé si comían los dos pitufos (Su habilidad y yo nomás les digo así xq no sé cómo se llaman, se ponen azules y son pequeños ok) XD

Quedó un poco malo, de la nada me sugirieron problemas. Ni en el día del padre me dejan 💔

Que día poronga que tuve JAHDJS

Bungo Stray Dogs! ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora