Sigma! ♡

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La jóven asistente observaba deslumbrada a su jefe desde su puesto, admirando la elegancia en su torpeza e inexperiencia. Cruzaban miradas, desviando con timidez como dos adolescentes, aunque su edad cercana a esta etapa cumplía su función de escusa.

Aunque cruzarán miradas, aunque hablarán siempre, había una pared infinita e irremovible.

O eso creían, hasta ese día.

—Señorita ____, ¿Podría acompañarme un momento afuera? —La voz de Sigma salió de entre sus finos labios.

—¡Sí! —Informó la asistente que se abrió paso hacia su jefe, ignorando a las personas a su alrededor como sí no existieran.

El bullicio de los hombres que su temperamento explotaba al perder su dinero, negándose a perder, intentar recuperar para posteriormente perder lo único que tienen. Pero la asistente únicamente dirigía su atención hacia el bicolor, quien explicabla su pequeña insatisfecho con el orden de sus clientes.

Aunque sea su familia, no siempre se siente orgulloso de los hombres y mujeres arrogantes que en los pasillos mostraban su ignorancia y violencia.

—¿Crees qué los clientes se sientan cómodos en esta habitación?

La pregunta de Sigma resonó en la habitación vacía en la que se encontraban. Una nueva habitación que pensaban inaugurar como habitación de clase media. Poseía muebles y poco decoración, un tapisazo blanquecino.

No era tan elegante ni refinando, pero tampoco era vulgar ni exagerado.

—Mhm. Es perfecto, sí tenemos en cuenta que es de clase media-baja. —Anotando en la pequeña libreta que  entre sus manos sostenía.

Sigma examinó una última vez la habitación, la tristeza llenando sus pupilas que se ocultaban en sus finas pestañas. Parecía temeroso, de decepcionar a sus clientes. Pero decidido a escuchar a su consejera.

Meneó la cabeza, caminando hacia la puerta para marcharse, sin darse cuenta de la ausencia de la asistente quien quedó parada en su anterior posición, congelada como estatua.

Su cabeza presa de una extraña desesperación injustificada. Su cabeza preocupada por un amor egoísta, según ella.

Observando la espalda que se marchaba, incapaz de agarrar su piel y frenar su ida. Casi exagerada, sin detenerse.

Una lastimosa palabra que salió vacilante de sus labios fue suficiente para frenar al gerente del casino.

"Te amo, Sigma-San."

Cuyas palabras llevadas por el viento sobre el cuál se encontraban se arrastraron hasta los oídos del bicolor, quién consternado se volteó para comprobar que esas palabras realmente fueron pronunciadas.

—___... —Fue lo único que su rostro enrojecido fue capaz de pronunciar, la vergüenza y la confusión a flor de piel.

Arrepentida por sus palabras que salieron sin pensarlo, como un pensamiento que salió en voz alta. —¡Ah, perdón! —Se apresuró a disculparse.

El cuerpo de Sigma se arrastró inseguro al de la asistente, perplejo y avergonzado. —Yo también...

Sus palabras fueron silenciados por los labios ajenos, unas manos se instalaron en la espalda de Sigma mientras profundizaba el beso, con la timidez sin ser un obstáculo.

Fue un beso tierno, hablando con los labios que eran incapaces de hablar correctamente, pero aun así ahí estaban, expresando mil y un sentimientos trabados en sus pechos.

—Pensé que tenía que ser yo el primero en besar. —Admitió, avergonzado mientras se separaba.

—Aw, ¿Tienes tres años acaso? —La risa, mitad divertida mitad enternecida, de la asistente no tardó en llegar.

Volvieron a unir sus labios, en su talvez, último y más auténtico encuentro.

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Vieron el nuevo capítulo?

KUNIKIDA 😭

Bungo Stray Dogs! ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora