Gin Akutagawa! ♡

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A pedido de  shiirbu, espero que te guste!

Nota: No encontré separador de Gin así que puse uno de Ranpo, disculpen.

Nota: No encontré separador de Gin así que puse uno de Ranpo, disculpen

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└ “Ocultas.” 」

Gin jamás creyó que su hermano sería de aquellos hermanos celosos. Si bien, era protector y estricto, con normas muy marcadas para que él pueda sentir que su única y última hermana con vida estaba protegida. A pesar de su exterior frío y estoico, Gin siempre consideró a su hermano sentimental y sensible.

Así lo quería. Porque ese era su hermano. Sensible y protector, callado pero abierto a una larga charla motivacional o informativa. Sí, fue Akutagawa lleno de vergüenza que le explico sobre la menstruación, aún siendo él un adolescente de 14 años, recién adoptados por la maldad de la mafia, bajo el cuidado del aquél entonces denominado demonio que se ocultaba tras vendajes y el nombre de un ser humano; Dazai Osamu, el demonio prodigio.

Pese a esto, Gin siempre pensó que su hermano era abierto en sus relaciones amorosas. Está idea se rompió cuando le prohibió estrictamente juntarse con aquella jóven asesina de la Port-Mafia, con quién se enamoraron mutuamente y, aunque no oficialmente, Gin sentía que era una pareja. Su primera pareja.

—Señor Akutagawa, lo solicitan en la oficina del jefe. —El llamado de un hombre trajeado, cubierto de moretones y sangre casi fresca, alertó a Gin, quien confundida únicamente se dirigió hacia el edificio.

No era la primera vez que iba allí, pero no dejaba de ser inquietante.

El aspecto gigante y casi interminable ponía sus nervios de punta, las armas y las cámaras eran agobiantes, lo que empeoraba al tener su boca cubierta, aunque ella misma las usaba con frecuencia para sus encargos de asesinatos.

Antes de comenzar a subir el elevador, notó la presencia de una jóven en el costado del elevador, esperándola, conociendo perfectamente que elevador usaría.

—Oh, señor Akutagawa, ¿Podría acompañarme? —Dijo en voz burlona y aguda, sonriendo de oreja a oreja, lo que contrarrestaban sus ojos vacíos. Juntaba sus manos en plegaria, simulando ser un santo, un ángel. Cuando bajo su piel llena de sangre, tan solo vivía un demonio.

Gin sonrió bajo su vendaje de su boca, sus ojos brillando al ver a su amor, a la espera que algún día sea suya; Su pareja, y no tan solo con quién se ocultaba tras la oscuridad. Al inicio dudó, pero ___ la tomó de la muñeca para entrar juntas en el elevador, presionando el botón del tercer piso.

—Realmente ese era mi subordinado, digamos. Le pedí amablemente que te trajera aquí.

—¿Por eso tenía moretones? wow, que amable.

—Siempre me lo dicen.

Ambas rieron suavemente, pero se quedaron en silencio cuando la puerta del ascensor se abrió, dando paso a un hombre trajeado y una pequeña revisión de los guardias. Ambas bajaron en el tercer piso, caminando hasta llegar a una puerta descuidada, que destacaba por lo mismo, siendo opacada por las pinturas estrictamente cuidadas.

—Sí tan solo el señor Ryunosuke aceptará que su querida hermanita puede tener pareja. —Rodó los ojos, blancos del sarcasmo mientras los giraba, reprimiendo una risa. —Lastima por él, un señor amargado.

—Ey, Mi hermano no es viejo. —Gin tan solo pudo negar aquello, negando con la cabeza mientras se quitaba la mascarilla y dejaba su bello caballo suelto.

La otra chica únicamente sonrió, llevando un mechón de Gin hacia atrás, mirándola con ojos ahora con ojos brillantes.

—Sí, a mí también me gustaría, ___. —Gin aprovechó la cercanía de la contraria para atraerla a un beso.

Fue un beso dulce, pero demandante. Que fue correspondido con la misma intensidad y pasión.

—Mientras qué él no lo acepte, tendremos que estar ocultas. —La voz de ____ sonaba un poco desanimada, completamente diferente a su personalidad energética y sarcástica, un poco demasiado para la personalidad tranquila de Gin. Pero aquello era el motivo de su amor.

—Ocultas, entonces. Pero mientras estamos juntas está bien, tan solo contigo yo estaría satisfecha. —La voz de Gin era amorosa, llena de vergüenza y temblor, pero sus ojos repletos de amor.

La única respuesta de ___ fue reír, asintiendo. —Entonces, que valga incluso ocultas. Te amo, Gin.

—Te amo, ___.

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