Aria siempre ha sido una chica risueña y alegre, capaz de encontrar el lado divertido de cualquier situación. Pero su optimismo es puesto a prueba cuando su madre decide mudarse con su nueva pareja. Ahora, Aria se enfrenta a un desafío mayor: adapta...
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"A veces pienso que la novia de Harley es como un mal trago de licor barato: difícil de tragar y deja un regusto amargo.".-Aria
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Aria
La casa de Cole siempre me había gustado. Poseía su esencia en todas las habitaciones de la casa. La madre de Cole adoraba los colores vivos. Toda su casa era un estallido de color que, para la sorpresa de cualquiera, quedaba bien. Dejé la mochila en el cuarto de Cole. Una sonrisa se apoderó de mí. Sus paredes de color azul eléctrico estaban decoradas con fotografías de los tres. Mi favorita siempre iba a ser la que nos sacamos en la fiesta de disfraces de Francis.No fuimos invitados, Francis nos tenía un poco de asco por el rechazo más que justificado de Eri. Aun así, nos pusimos los disfraces de unicornios. En ese entonces teníamos dieciséis años. No pensábamos mucho, simplemente nos dejamos llevar por un impulso. Nos tomamos la foto antes de que Francis nos echara, claro está, empleó insultos bastante originales. No paramos de reírnos por una semana.
En aquella foto se nos veía a los tres, vestidos de unicornios. Utilizamos unos tutús de color: azul, lila y rosa. Nuestras diademas iban a juego, junto con la purpurina en nuestra cara. La pose que usamos era de lo más cómica. Eri a la izquierda, yo a la derecha y Cole en el centro, ambos estábamos colocando la lengua en las mejillas de Cole y sosteniendo la botella de cerveza en nuestras manos.
—Eri enseguida va a venir—la sonrisa de Cole se me contagió.
No tuvimos que esperar mucho, Eri apareció rápidamente con dos bandejas de comida. Dejándolas en la mesita de café, conectamos el portátil para ver la película. Los padres de Cole solían ausentarse los fines de semana por temas de trabajo. Por eso, continuamente nos pedían a mí y a Eri que nos quedáramos con él.
—¿Qué tal con tu explosiva hermana? —me preguntó Eri con una sonrisa pícara.
—Bien, supongo, sigo durmiendo en la biblioteca, pero hoy se ha unido para hacer yoga conmigo —Eri casi se atraganta con su bebida.
Recogiéndose el cabello lila en un moño, me miró como si no creyese lo que estaba diciendo.
—¿Tu hermana tiene algún problema sin diagnosticar? —reí ante la seriedad de la cara de Cole.
