Aria siempre ha sido una chica risueña y alegre, capaz de encontrar el lado divertido de cualquier situación. Pero su optimismo es puesto a prueba cuando su madre decide mudarse con su nueva pareja. Ahora, Aria se enfrenta a un desafío mayor: adapta...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Su sonrisa tiene el poder de acallar todo mi enfado y llenar mi corazón de felicidad."-Harley
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Harley
El recorrido hacia la casa donde se celebraba la fiesta se me hizo eterno. Me aferré a las palabras de Aria como si eso me infundiera el valor suficiente para ir a buscarla de inmediato. La necesitaba, necesitaba estar con ella, tenerla en la cama, a mi lado, acariciarle su pelo suave y sedoso de color rosa, y contemplar lo hermosa que era mientras dormía. No comprendía lo que me estaba pasando con ella. Me gustaría saberlo, ponerle un nombre al sentimiento que me provocaba estar cerca de ella. Era algo inexplicable, simplemente estaba. Me dejaba sin respiración. No tenía mariposas, no, tenía bandadas de pájaros esparciéndose por mi cuerpo, haciendo que me sintiera inquieta y feliz.
Ya me había costado verla irse vestida así a esa dichosa fiesta. Me había costado horrores no haberla arrastrado al cuarto y quitarle ese trajecito minúsculo que me torturaba desde que se lo vi puesto. Aún, al cerrar los ojos, podía ver ese body ajustado a su cuerpo, su cabello rosado, liso y suelto, y esos tacones que la hacían verse imponente y decidida. Sin duda, era demasiado hermosa para ser real.
Desde el primer día que la vi, me di cuenta de que era atractiva, de esas personas que te hacen suspirar, con una mirada inocente, pero que sabes que, si quisiera, te hundiría en la miseria, y tú encantado de aceptar ese castigo, simplemente porque lo ha dicho ella. Sé que es un pensamiento masoquista, pero era la pura realidad: estaba embelesada. Ni siquiera con Stacy había llegado al punto de querer tenerla encerrada en mi cuarto noche tras noche, solo para explorar su cuerpo y oír esos sonidos que lograban que perdiera la cordura. En pocas palabras, estaba jodida con Aria.
Estaba hermosa, preciosa, reluciente, pero lo que más me había afectado era la mera idea de que alguno le echara el ojo, que le interesara. Me había formado escenarios catastróficos en mi mente turbia y tóxica. Me la imaginaba hablando con Dante, los dos sonriendo como dos enamorados, imaginaba cómo él se acercaba a ella y le robaba un beso de mis labios... Digo, de los de Aria. Sí, no eran míos, eran suyos. Ella era libre, no era de mi propiedad, no era un cachorro indefenso que tuviera que estar a mi vera ni mucho menos una prisionera, no, era de ella misma, y eso era algo que debía gestionar.