Capítulo 19

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"En sus brazos, cada latido mío encontraba su razón de ser, y aunque el caos del mundo nos rodeara, sabía que en ese pequeño espacio, solo existíamos ella y yo, en la más perfecta armonía

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"En sus brazos, cada latido mío encontraba su razón de ser, y aunque el caos del mundo nos rodeara, sabía que en ese pequeño espacio, solo existíamos ella y yo, en la más perfecta armonía.".-Harley.

-Harley

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Harley

Le tendí un vaso de café a Aria. Suspirando, me quedé mirando lo pálida que estaba, lo asustada que se encontraba. No sé de donde saqué las fuerzas para golpear a ese muchacho, tampoco es que me lo pusiera fácil. Cuando vi que ese miserable estaba demasiado cerca de ella y que, Aria estaba con cara de horrorizada, no pensé, simplemente actué. Por un momento, al ver esa escena perdí toda razón alguna, solo quería ver a ese tipo sangrando en el suelo. Cada golpe que le había dado lo había disfrutado, no lo iba a negar. Agradecí que, Aria hubiera impedido que siguiera dándole golpes, posiblemente ahora no estaríamos aquí, sino en comisaria, aunque claro, dudaba que, el padre de Mike pusiera reclamación alguna pues, su hijo fue el primero en cometer un delito.

Aria me dijo que no era necesario ir a comisaría a denunciar, que Mike había actuado así por su estado de embriaguez. También me dijo que no lo estaba justificando, pero, que quizás a mí me podrían poner una multa por haber atacado a una persona ebria. Me contuve, pero al final cedí. Hice que Aria se llenara la bañera. Busqué en su móvil su lista de música y acompañé esa escena con unas velas aromáticas que ella solía usar cuando estaba alterada.

Casi me quedó con ella en el baño, pero, supuse que seguramente quería privacidad, por eso, no lo dude y me fui al salón. Cuando salió de la bañera envuelta en una toalla, tragué saliva. El deseo que sentía por ella era cada vez mayor y ya no sabía como manejarlo. Había estado dándole vueltas a como sacármela de la cabeza, pero me costaba, no podía. Ella se había adueñado de mi mente y estaba haciendo estragos en ella y yo, como una ingenua, dejaba que ella siguiera habitando en ellos, en mis pensamientos.

No había día que no deseara estar a solas con ella, escuchar como hablaba animadamente de algo que le había sucedido o cuando me enseñaba pasos que había dado en su clase de baile y cuando hacía yoga ¡Por Dios! Definitivamente, se había convertido en mi deporte favorito. Me quedaba como boba mirando, viendo como hacía esas posturas, como se reía cuando fallaba alguna. Joder, si es que me hacía sentir de todo, ¿Cómo una persona en tan poco tiempo podía lograr eso? No lo sabía.

Perdona Si Te Llamo Amor-Primer Libro De La Saga: Perdona Si Me Enamoro-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora