Aria siempre ha sido una chica risueña y alegre, capaz de encontrar el lado divertido de cualquier situación. Pero su optimismo es puesto a prueba cuando su madre decide mudarse con su nueva pareja. Ahora, Aria se enfrenta a un desafío mayor: adapta...
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"Hay una magia única en cómo nuestras almas se encuentran, como si el universo nos hubiera prometido una y otra vez que seríamos una sola.".-Aria
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ARIA
—Mira el traje que voy a llevar —vi a Harley por videollamada, estaba tirada en la cama, preciosa como ella sola.
Rápidamente me fui al cuarto de baño, cogí el traje de color blanco corto y me lo puse. Mirándome en el espejo sonreí y, sin demora, me recogí el pelo rosado en un moño; me di cuenta de que me lo tenía que teñir de nuevo. Sin más, salí del cuarto de baño y, frente a la pantalla del móvil, empecé a girar. Cuando quedé de espaldas a Harley, sonriendo, moví un poco el trasero, haciendo que oyera la risa de Harley.
—Estás preciosa, pero estarías mejor sin él —se burló. Abrí los ojos y, con fingida sorpresa, me coloqué las manos en la boca.
—Señorita, usted no sabe que soy una persona con pareja, respete por Dios —me reí. Me encantaba estar así con ella.
De nuevo su risa resonó con fuerza, haciendo que me sintiera plena. La verdad es que añoraba estar a su lado; solo había pasado un par de horas desde que me fui, pero la echaba de menos. Echaba de menos poder tocarla por las mañanas, besarla, decirle lo hermosa que estaba, porque siempre estaba hermosa. No sé, quizás es un don, quizás es por su forma de ser, esa que poco a poco se adueña de tu corazón y provoca que estés intranquila, con ganas de más. Sí, esa sería la definición de Harley: siempre te deja con ganas de más.
—Estoy algo nerviosa, sinceramente. Espero que salga bien, nos hemos esforzado muchísimo para que fuera genial —le dije, mordisqueándome las uñas. Ella se incorporó en la cama, haciendo que le mirase de arriba abajo. Tragué saliva al verla con ese pijama tan corto.
—Lo vais a hacer genial, habéis ensayado muchísimo y seguro que lo vais a bordar. Lástima que no esté allí para verte, sería una maravilla verte moverte por el hielo. Seguro que eres mágica —se ruborizó cuando dijo eso último, haciendo que también un rubor cubriera mis mejillas.
—Tú es que me tienes en alta estima —dije apartando la mirada. Esta negó con la cabeza.
—Te tengo donde corresponde, en un altar... Quizás tenga que hacerte un altar y rezarte antes de dormir —dijo como pensativa. Me reí.