𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐔𝐍𝐎

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Golpe de realidad.

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DÍA TRES.

De cierto modo, algo en el fondo de mi corazón, de mis entrañas o lo que sea, sabía que tarde o temprano quedaríamos completamente aislados de todo. Lo sabía. No obstante, me negué a creerlo, supongo que hacerlo era un método inconsciente mío para no caer en completa desesperación.

Mis dedos teclean los botones de mi teléfono, marco el número de mi mamá, de papá, de Yoon-Seung Hyung, de cualquiera, pero nadie responde. Envío tantos mensajes de texto como puedo, pero ninguno llega a su destino. Incluso si tengo datos o Wifi, nada funciona.

Primero fueron las líneas telefónicas ausentes. Aquello fue una clara señal de lo que iba a venir más adelante, pero no quise hacer caso. Pensé que para entonces nosotros ya no estaríamos aquí. Vaya sorpresa, me he llevado ahora que todo medio de comunicación con el exterior ha desaparecido, al menos para nosotros y para colmo seguimos aquí.

—Maldita sea… —murmuré con los dientes apretados. He comenzado a temblar y esta vez no es de frío o de miedo, es enojo, frustración.

Suelto el teléfono, este cae un poco bruscamente en la barra y yo siento la necesidad de querer golpear algo. Últimamente, he tenido ese impulso, pero lo contengo cómo puedo. Aprieto mis puños antes de rascar mi cabeza con fuerza.

El hecho de que la capacidad de mi teléfono de poder transmitir la radio haya sido “cortada” solo es una muestra de la realidad que me había estado negando a aceptar a pesar de lo obvia que era: El problema no está solamente en la escuela.

No puedo hacer llamadas, los mensajes no son enviados, la radio no funciona.

Ignoro las preguntas confundidas de Hyo-Ryung y Dae-Su sobre lo que está sucediendo, las quejas de Ji-Min con respecto al repentino silencio de la radio, el intercambio de palabras nerviosos entre Joon-Yeong quien intenta arreglar algo que no tiene solución y a Woo-Jin que intenta ayudar en todo lo que puede. Creo que me dijeron algo, pero yo no les escuché.

Ahí estaba yo, pensando en la profesora Park Sun-Hwa, en Cheong-San, en Gyeong-Su, en Su-Hyeok, en Na-Yeon, en I-Sak, en Min-Ji, en todos los compañeros convertidos en zombi allá afuera. Pensar en todo eso solo hizo que el malestar de mi cabeza volviera a aparecer en menos de un minuto.

Cheong-San y Su-Hyeok. Ellos fueron a por un celular para obtener noticias, ¿habrían llegado a su destino a salvos? ¿Ya se darían cuenta de que la comunicación con el exterior ahora era algo imposible? ¿Se sentirían igual de decepcionados, asustados y furiosos que yo?

Bueno, eso ahora daba igual. Solo queda esperar a que ellos vuelven y entonces todos íbamos a estar juntos experimentando el mismo sentimiento.

Por más intentos que Joon-Yeong hizo en arreglar la radio o mi celular, nada funcionó y al final todo quedó en un silencio opresivo de pensamientos decepcionados.

¿Qué iba a pasar ahora? ¿Qué sigue? No lo sé.

El silencio en la habitación se volvía cada vez más opresivo, y yo luchaba por mantener la calma. Pegue mi frente al locker al lado de la barra, se siente frío, pero eso no ayuda a que mi cabeza deje de sentir malestar. El dolor no ha desaparecido en tres días. Solo vuelve y se va, vuelve y se va. A este ritmo me voy a volver loco, si es que de casualidad no estaré desquiciado ya.

«¿Qué debo hacer?» Me preguntó por centésima vez. Una parte me dice que espere a que mis amigos regresen y luego nos vayamos de aquí, por el momento decidí obedecer ese pensamiento.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora