𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄

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Mi amigo.

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NOCHE UNO.

—¿Por qué siempre tengo que aguantarla? —Escucho a Gyeong-Su preguntar, un tanto más calmado pero claramente exhausto. Está sentado en una silla junto a la ventana, en compañía de Su-Hyeok, Cheong-San y Dae-Su.

Para ser honesto, siempre fui un estudiante destacado y se podría decir que era inteligente. No es raro que On-Jo me haya llamado genio en más de una ocasión (aunque sé que no lo soy en realidad). Otros, como Woo-Ri, Gyeong-Su y algunos excompañeros de secundaria, también me han otorgado ese apodo.

Al ingresar a Hyosan, me di cuenta de la presencia de otros más brillantes que yo, como Oh Joon-Yeong y Choi Nam-Ra, pero eso no me afectó. Nunca fui una persona competitiva como mi hermano Yoon-Seung. Supongo que se debe a mi confianza en mis “cualidades” intelectuales, o simplemente porque nunca me ha gustado la competencia en ese aspecto.

Lo que intento transmitir con todo esto es que no soy un genio ni tan brillante como Albert Stein. A pesar de ello, ha habido varias situaciones en las que he fallado en encontrar las respuestas correctas, y también he sido engañado por varias personas. Una de esas personas que me ha engañado en más de una ocasión es Lee Na-Yeon.

Eso resulta ser un poco indignante, estuvimos juntos por meses, hemos sido compañeros por dos años, creí que la conocía más de lo que imaginé, pero ella siempre encuentra la forma de sorprenderme.

—¿En serio dijiste eso? —La señorita Park le pregunta a Na-Yeon, con los brazos cruzados frente a ella—. Me lo prometiste —señala, recordando el hecho de que Na-Yeon debía disculparse con Gyeong-Su, lo cual no hizo.

Parece que su única intención al entrar a la sala de grabación era herir más al chico para provocarlo. Y ahora estamos aquí, tratando de calmar el tenso ambiente.

Con la espalda apoyada en un estante detrás de mí, los brazos cruzados, observo a la chica en silencio, aguardando una respuesta que ya había recibido hace varios minutos.

—No hice nada malo —justifica Na-Yeon, apoyada de espaldas en la mesa del lugar. Aunque no tiene los brazos cruzados ni ningún gesto evidente, es su expresión facial lo que la hace parecer tan arrogante.

Intento abrir los labios para decir algo, pero los cierro al instante al darme cuenta de lo inútil que sería hablar en ese momento. La situación está clara. Siento una profunda decepción al saber que Na-Yeon no se disculpó con Gyeong-Su. Caí nuevamente en su engaño, ingenuamente creí que ella había hecho el esfuerzo por solucionar las cosas.

—Solo piensas en ti. Dijiste que no dejáramos entrar a nuestros amigos —menciona Ji-Min junto a la señorita Park, recordando el incidente de la tarde en que Cheong-San y Su-Hyeok llegaron al auditorio, o tal vez cuando On-Jo y Cheong-San ingresaron al salón de clases—. Eso no está bien.

La profesora muestra su enojo y la mayoría de las personas presentes están indignadas por haber sido engañadas. Na-Yeon parpadea ante las palabras de Ji-Min, pero continúa actuando con indiferencia, sin mostrar signos de culpa.

—Casi morimos porque Gyeong-Su dejó entrar al señor Kang. ¿Por qué no te quejas con él? —le “sugiere” ella devuelta, rodando los ojos.

—No se trata de eso —interrumpo yo, mirándola mientras estoy junto a Hyo-Ryung.

Na-Yeon dirige su mirada hacia mí, inclinando ligeramente la cabeza. Puedo percibir que está a punto de suspirar, como si estuviera agotada de toda la situación.

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora