𝐄𝐏𝐈𝐒𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐙

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(Nota rápida: suelo escribir los capítulos, adaptando los diálogos originales de los
EP de AOUA, subtitulados al español. Sin embargo, en este capítulo los diálogos de los demás personajes serán los del doblaje latino.)

Los riesgos que debimos tomar.

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DÍA UNO.

Instantes después de que On-Jo se desplomara al suelo, envuelta en llanto, sentí una oleada de dolor como si me hubieran golpeado en el plexo solar. El aire se me escapó y me vi retrocediendo por el impacto. Un dolor agudo se instaló en mi estómago y un nudo en la garganta me impedía hablar.

—¡Empujen! —Gyeong-Su exclamó con voz temblorosa desde su ubicación. Su grito resonó en mis oídos durante los siguientes 20 minutos.

Mis manos seguían temblando, aunque se suponía que ya debería haber superado el terror de los minutos previos. Pero, sinceramente, sentía que me llevaría más tiempo calmarme.

Un silencio nos envolvió, en ese momento, realmente no había nada que pudiéramos decir. Ni siquiera podía asimilar que I-Sak había cambiado y que ya no estaba aquí. ¿Cómo podría hacerlo? Se había convertido en alguien igual a Min-Ji y había caído por la ventana, ¡justo ante mis ojos! Tenía miedo de acercarme y comprobar que su cuerpo yacía en el suelo, en un charco de sangre.

La incredulidad se apoderó de mí. Todo esto era muy difícil de aceptar.

Me encontraba junto a Dae-Su, con mis manos apoyando la barricada contra los zombis. Como fue allí donde se rompieron las ventanas, tratar de bloquear ese lugar era una prioridad, y nuestra fuerza combinada parecía ser suficiente para evitar la intrusión de los zombis.

Las circunstancias se habían vuelto mucho más graves que antes. No había pasado mucho tiempo desde que todo esto había comenzado y ya habían sucedido tantas cosas; y no eran cosas buenas, cosas que yo hubiera deseado, como el supuesto rescate. Eran cosas que siempre me parecieron irreales y que nunca pensé que llegarían a ser realidad.

Todo esto elevaba mi ansiedad a niveles críticos.

Miré a Dae-Su a mi lado, que parecía un poco agotado de seguir resistiendo para que las sillas y mesas no fueran empujadas hacia adelante. Él captó mi mirada y me devolvió la vista, frunciendo el ceño con curiosidad.

—Haré otra llamada —susurré, viendo cómo sus ojos se abrían un poco más—. Voy a soltar una de mis manos para tomar el teléfono, ¿de acuerdo?

—Sí —respondió, acomodándose en una posición más segura, preparado por si mi brazo retirado afectaba la barricada.

Asentí y lentamente dejé de empujar con ese brazo, pero el otro lo compensó manteniendo firmes las sillas y mesas.

Metí la mano en mi bolsillo y sentí el teléfono, lo saqué y miré la pantalla. El tiempo seguía avanzando y pronto se cumplirían 30 minutos desde que ocurrió todo con I-Sak, pero la insistencia de mis compañeros afuera no disminuía en absoluto. ¿No se cansaban?

Esta vez no llamé a la policía, sino que intenté de nuevo con mis padres. Primero marqué el número de la casa de mamá, pero no respondió, lo mismo ocurrió con su número personal. ¿Estaría aún trabajando? Ella trabaja en Bienes Raíces, no es un trabajo que prohíba el uso del celular, así que me resultaba extraño que no me contestara.

Suspiré y probé con papá, marqué el número de su apartamento y nadie respondió. Mi última esperanza estaba en su teléfono.

«Por favor, papá, contesta…» rogué mentalmente mientras escuchaba el tono de llamada comunicándose, pero mi esperanza se centraba en que respondiera. «Contesta. Por favor, papá… contesta el teléfono».

𝐑𝐄𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄 [Choi Nam-Ra]Onde histórias criam vida. Descubra agora